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Las vidas alternas

Los que no vivieron

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Las vidas alternas

Etiqueta: Recuerdos

Recuerdos

“De niño supongo que muchos querían ser como D’Artagnan. Lo cierto es que yo prefería la profunda melancolía de Athos. Soñaba con enamorarme de una mujer como Milady de Winter, y lo hice: de sus encantos y de sus oscuras artimañas. Leí su historia tumbado en la cama, despreciando el sueño, buscando desesperadamente una nueva línea, batiendo mi récord de páginas”.

“Dibujábamos sentados en mesas triangulares que formaban un hexágono. Mirando mis dibujos nadie hubiera podido adivinar cuáles eran los árboles y cuales las personas, si aquello era una casa o un lago, si el sol estaba triste o sonriendo”.

recuerdos

“Y aunque me repitas mil veces que me quieres yo nunca te creeré. Sé que me dejarás, provocarás desolación aunque no quieras, lo harás tan pronto que ya duele”.

“Busca las palabras exactas, aquellas capaces de secar tu expresión y acallar las voces de todas las paredes vacías. No las encuentra, se aleja y se tumba sobre la hierba, imaginando que es a él a quien le han infringido un dolor irreparable”.

Portocolom

2020-06-20

Portocolom


Escondida bajo un verano horrible
aquella semana fue un vergel.
Tú y yo en aquella habitación,
cada día bajábamos a la piscina,
habría vendido mi eternidad
sólo por ver tu cuerpo azul bajo el agua
y perderme entre esos ojos, enormes,
que aúnan curiosidad e inocencia.

Sólo me río contigo,
te parecerá una tontería,
pero eres la única persona
que me hace reír con ganas.
Porque con los demás
sólo lo hago para quedar bien,
como si leyera una frase en un guion
que sólo he aceptado por dinero
porque no cuenta nuestra historia.

Todas las noches, nuestra habitación
olía a marihuana y, perdido entre el humo,
a veces soñaba con vivir en el fondo del mar.
Tú conseguías devolverme a tierra.
Me contabas historias de otros veranos,
de tu juventud,
antes de nosotros,
cuando no te conocía y,
sin embargo,
ya estaba enamorado de ti.

Nos reíamos tanto,
nos encantaban las travesuras,
deambular por las zonas comunes del hotel
sabiendo que todos los que estaban ahí
sólo eran secundarios porque
aquella semana
había sido escrita para nosotros dos.

Desde niño soñé con vivir en una burbuja bajo el mar,
también quise ser policía y bombero,
escogía cualquier profesión
guiándome por las series que me gustaban.
Ahora, sin embargo, prefiero las tramas simples,
besarte sin motivo, follar en la piscina cuando no hay nadie,
y revisar, una y otra vez, todos los capítulos
de nuestros mejores veranos.

Sólo prométeme una cosa.
Si alguna vez algo nos pasa,
si confundimos el camino
o la muerte se cruza en él,
nunca volveremos solos a aquel hotel,
ni siquiera a aquel lugar.
Porque aquella vez vivimos un sueño
y aquel lugar hoy es una fantasía
que cada día,
tú y yo
hacemos realidad.

Portocolom


Las vidas alternas

Portocolom

Amor

Recuerdos


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Luces Amor, Recuerdos

Las cuchillas no cortan la noche

2020-06-19

Las cuchillas no cortan la noche


Las cuchillas no cortan la noche,
ni su filo agujereará el cuadro.
No hay en ella lugar donde escapar
ni rincón donde esconderte.

Las estrellas no son agujeros en el cielo,
no se esconde la luz tras este manto negro,
quién pudiera tocar una estrella…
moriría calcinado.

Quienes deambulamos por la oscuridad,
¿sabes?
No vamos a las tiendas abiertas 24 horas
porque se nos haya acabado la sal,
tampoco vamos a encontrar el amor.
Ni tan siquiera un poco de calor sobre el colchón.

Porque de noche sólo somos una esperanza,
para ellos.
Nuestra mente nada más
que otra calle oscura y abandonada
en el corazón de la gran ciudad.

Chinos, hindús, lejos de casa,
esclavizados,
pasan dieciséis horas al día viendo la vida pasar
detrás de una barra,
las otras cuatro o cinco durmiendo
y el resto perdidas.

Algunas de las personas más amables que conozco,
lidiando día sí, día no, con algún borracho de los que no saben beber,
con un par de niñatos dispuestos a sacar alguna navaja.

¿Quién sabe qué pensarían a veces de mí?
De mis ojos rojos y mis pupilas dilatadas,
aquel cliente triste y solitario
que compra caras botellas de alcohol al doble de precio,
chocolatinas, gominolas, papel de fumar,
una botella de aquarius y sopa de sobre.

Aún así sonríen,
como aquella china cerca de la gran vía
que me riñe por dar la, por otro lado cierta, impresión
de no haberme afeitado ni una vez en los últimos seis meses.

Pago con tarjeta,
rezando para que el dinero no se acabe nunca.
Ése que mis padres me envían todos los meses
Aferrándose a la esperanza de que todas mis promesas incumplidas
dejen de serlo alguna vez.

Camino, cojo el metro, me cruzo con todo tipo de gente.
Muchos de ellos te miran esperando que les devuelvas la mirada,
otros amenazan con ella a las chicas más jóvenes.
Siento que quizá los hombres sólo seamos tu creación defectuosa.
Débiles marionetas buscando amor, un poco de compañía,
desde la adolescencia convencidos de que sólo lo conseguiremos
a base de provocaciones, gritos, intimidación y violencia.

Ellos no tienen nada que ver conmigo, pienso.
En realidad,
la oscuridad de la noche,
se vuelve mucho más oscura
cuando cruzo el umbral de mi puerta,
cuando el juicio ya ha sido celebrado
y me he declarado culpable de todos los cargos.

Es entonces,
en la intimidad,
donde la noche
esconde
sus secretos
más terribles.

Y, después, terminada mi crucifixión,
vuelvo a salir al exterior sin salir de casa.
Desde la terraza mirando el cielo
para comprobar que apenas quedan estrellas.

Y recuerdo las noches veraniegas en el pueblo
allí podías ver el universo en todo su esplendor.
Pensábamos que sólo estaba ahí por y para nosotros
que podíamos saltar de una estrella a otra
hasta desaparecer.

Cuando las horas cansan
y el cielo es mitad estrellas
mitad amanecer.

Fueron esos cielos rojos,
en un coche sin ventanas,
circulando por la autopista…
Eran los últimos días del verano
cuando comprendí, por primera vez,
el significado de la palabra pérdida.


Las cuchillas no cortan la noche

Sangre

Mis viajes al fin de la noche

Recuerdos


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Relato, Sombras Mis viajes al fin de la noche, Recuerdos, Sangre

Al otro lado

2020-02-22

 

 


Al otro lado

 


Y aquí todo brilla,
y aquí todo encaja bien.
En la otra orilla
no hacía pie
La otra orilla, Los Enemigos
La cuenta atrás, 1991


Entre la vigilia y el verso,
imágenes de viejos vídeos domésticos
se proyectan en nuestras paredes blancas.
El humo las acaricia,
es un ser extraño que invade la habitación,
se mueve como una serpiente
y, entonces, todo brilla a mi alrededor.

Estuve a punto de perderme en un sueño,
en el que tocaba las nubes
y no eran más que tu pecho de algodón.
Sentía calor a tu lado,
en tu mirada llena de orgullo en los paisajes.
Ahora tengo frío cuando estás a mi lado.

Soy un témpano de hielo,
atrapado en este lado
pienso en cómo volver,
atravesar la pared,
para volver a estar contigo.

Y me pierdo en la idea
de que, cuando todo está mejor
siempre me las arreglo para que vuelva a peor.
Al otro lado, en la otra orilla, sólo yo era consciente,
ahora lo sabemos los dos
y ningunos de los dos tiene la certeza
de que me cojas de la mano
cuando vuelva a caer.
¿Merecería la pena?

Vacío de sonido que puebla nuestros recuerdos,
han perdido todo el sentido a base de promesas incumplidas,
decepciones constantes que oscurecen tu rostro iluminado.
Era lo único que me quedaba
y, ahora, solamente una buena razón para saltar al vacío.

Y no te pregunto dónde estás,
porque tengo claro que soy yo el que no estoy.
Te veo parada frente al quiosco del parque.
Sé que me esperas a mí no
Sino a la persona que era
antes de romper todos nuestros juramentos.


 

Todas esos fotogramas (recuerdos)
donde todo es resplandeciente,
como ese cielo iluminado,
rosa y naranja al anochecer.
Podíamos tocarlo con la punta de los dedos.
Podríamos rasparlo con nuestras uñas,
romper la pared,
viajar a las estrellas,
donde ya nada importe
y nuestros cuerpos no sean más
que una excusa para pasarlo bien.

Creí que el amor bastaba
para estar al otro lado
pero, perdido entre la culpabilidad y el espanto,
por mucho que mi mente trate de desligarme de mis errores
entiendo finalmente
que aquel que estaba al otro lado no soy yo.

Abro la ventana,
todo el humo sale de la habitación ordenadamente.
Con él los colores, ahora todo es gris.
Me vence el deseo de soñar.
Despedirme.
Perdona que no pueda prometerte
que volveremos a vernos en la otra orilla.


Al otro lado

Carácter Destructivo

Culpabilidad

Recuerdos

Reflejos


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Sombras Carácter Destructivo, Culpabilidad, Recuerdos, Reflejos

Pantallas

2020-02-18
Pantallas

Pantallas


Winners don’t use drugs. Eso es lo que rezaban las máquinas de los salones recreativos cuando éramos niños. Lo recuerdo, bajo el escudo del FBI, de quienes lo único que sabíamos es que eran los federales, aquellos que pretendían robar el caso a esos policías que fueron los héroes de nuestra infancia.

Resulta paradójico que decidieran poner aquel mensaje ahí, en la que fue la primera gran adicción de muchos de nosotros. Nadie hablaba todavía de ludopatía infantil, pero nosotros, ajenos a todo aquello, esperábamos al viernes para convertir nuestra paga de veinte duros en cuatro monedas de cinco y meterlas en la máquina, en un intento inconsciente y vacuo de escapar de una realidad persistente que apenas comprendíamos.

A esa adicción siguieron muchas más, obviamente.

En la presentación del cinematógrafo de los hermanos Lumière proyectaron las imágenes en movimiento de una locomotora llegando a la estación. Los espectadores, nunca antes hubo testigos de algo semejante, acabaron algunos huyendo, otros, mareados, vomitando. Aquellas imágenes en blanco y negro acabaron confundiéndose con la realidad.



Nosotros hemos llegado más lejos todavía. Estamos en el punto en que nuestra existencia se ha fusionado con nuestro reflejo. Las pantallas y las cámaras nos poseen, nos vigilan, nos excitan y nos esclavizan. Todos nuestros datos están almacenados en discos duros. Si desaparecieran, dejaríamos de existir. Si nadie nos pudiera grabar, nada de lo que haríamos tendría la menor importancia. No somos diferentes de las sombras, inexistentes cuando no hay iluminación. Somos coleccionistas de historias, desde pequeños, venciendo a los malos, uno tras otro, protegidos bajo el cobijo de un avatar, asumiendo personalidades ajenas, vidas alternas cuyo movimiento capturamos en pantallas, en un relato o en una película y, en el exterior, reducidos a datos, sólo queda de nosotros la decisión de un algoritmo que capta nuestra alma al ritmo de los clicks del ratón.

Somos los que vivimos con la única finalidad del proyectar una imagen ante los demás. Nuestro sustento depende de ello, nuestra realidad es pensamiento único, vigilancia constante, nuestra imagen en blanco y negro en la pantalla de una cámara de seguridad en una estación antes de desaparecer por decisión de un mártir empeñado en agradar a su dios a base de amonal y metralla. Somos lo que los demás imaginan, pedazos de imágenes sugerentes en redes sociales, textos que tratan de aprehender nuestra esencia sin definirnos, porque lo cierto es que no sabríamos como hacerlo, ya que somos los que no vivieron, el reflejo de una existencia perfecta que nunca vamos experimentar.


Pantallas

Adicciones


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Los que no vivieron, Manifiesto Adicciones, Recuerdos, Reflejos

Tiempos convulsos

2019-06-29

Tiempos convulsos


Escribir ha dejado de ser un arma para convertirse en un medio
a través del cual admitir la derrota o salir victorioso
de una batalla que empezó hace ya demasiado tiempo.

Lugares que abandoné, gente que conocí, tiempos convulsos,
ese círculo vicioso del que nunca escapamos
sumidos en un aburrimiento mortal
que hace que todo deje de importarnos.
Porque descubrimos que, al final, la vida sólo era esto:
Un conjunto de productos químicos que consumir y conjugar
hasta llegar al punto que llamamos equilibrio.

Un vaivén entre la felicidad y el dolor,
te enganchas a uno de los dos sólo porque tienes miedo al otro.
Y los años perdidos, las ocasiones desperdiciadas
te llevan a pensar que sólo has perdido el tiempo
que, si pudieras volver atrás lo harías de otra manera,
evitándote así tantas humillaciones y decepciones
que en realidad ya no importan pero siguen ahí
porque el tiempo es caprichoso
y pasa tan rápido que parece que hubieran sucedido ayer.

Sientes entonces que los demás han sabido vivir mejor que tú.
No sé si porque de verdad tienen las respuestas
o porque se han repetido tantas veces las que les han dado
que han terminado por creérselas.

Y me siento como un espía al que han destinado a un lugar extraño,
un actor que interpreta su papel, preparándolo de un modo
que los demás nunca lleguen a conocer sus verdaderos sentimientos.

Y, si la vida es sólo eso, adaptarse por inercia,
yo te juro que cogeré todos mis libros y me largaré muy lejos.
Me meteré en una cueva y escribiré mis versos hasta que no quede pared
o aparezca la muerte en el preciso instante,
en mitad de aquel verso que iba a ser, por fin, revelador.

Y me marcharé con ella sin resistirme, agradecido,
por haberme evitado una nueva mentira,
una nueva decepción.

Y tú pareces ida, y en tu silencio yo te grito que te quiero,
tanto o más que a mí mismo por más que te moleste.
Y dirás que eso que es fácil porque yo no me quiero demasiado.
Y no te quitaré la razón pero este es el lugar al que pertenezco
y no pienso abandonarlo aunque a veces me agoten
las ganas de que sea él el que me abandone a mí.

Y vuelvo a buscarme en mundos paralelos,
donde el placer y el dolor se pierden entre la niebla.
Y me fascinas con una sonrisa que provoca una guerra en mi interior.
Me deprime y me da una razón para levantarme cada mañana:
hacer equilibrismos en el vacío hasta encontrar las palabras exactas
que hagan que te quedes porque aquí puedes reírte de verdad. Como antes
cuando hasta en el humo encontrábamos una razón para ser felices juntos.

Y ahora que sentimos la necesidad de escapar
buscamos dobles sentidos en cada frase que decimos.
Buscamos un guiño, o una esperanza o sólo una puta fantasía
que nos sirva para dormir y levantarnos con la sensación de haber descansado.

Que no te has pasado la noche en vela intentando descubrir una nueva mentira.
Que podemos aguantarnos la mirada y conocer y aceptar todos nuestros secretos.
Que se abra el telón y ya nunca más sea capaz de esconderme.


Tiempos convulsos

tiempos convulsos

Enlaces sugeridos:

Un beso tímido pero interminable

Notas a pie de página

Universos de incomprensión

Cicatrices


Entrada en poémame


Luces Amor, Dolor, Felicidad, Pensamiento críptico, Recuerdos

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