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Las vidas alternas

Los que no vivieron

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Las vidas alternas

Etiqueta: Pesadillas

Diciembre

2019-04-13

Diciembre

Como el pez que,
haciendo un último esfuerzo,
sube a la superficie
para despedirse.

Como en diciembre,
cuando los muertos
abandonan sus tumbas
para colarse en nuestros recuerdos.

Como si tú vivieras en la realidad
y yo en una dimensión paralela.

Como una cebra
corriendo sin mirar
en la explanada
mientras le persiguen los depredadores.

Como en el invierno,
caminando por el bosque
sin lugar donde refugiarme.

Como mi mente se hubiera averiado
y ya fuera incapaz de saber dónde estoy.

Y lo he perdido todo,
corriendo por las calles,
buscando sin encontrar,
sintiendo sin descanso.

Caminando entre la lluvia,
empapado de arriba abajo,
mientras mi corazón
se encoge ante tanta belleza.

Y ante toda esa belleza
no puedo entender
por qué siempre me he sentido tan triste.

diciembre

Tan solitario,
ahora que lo he perdido todo
porque no aprendí de mis errores.
Simplemente me limité a recitar
el papel que me había tocado
y, en la intimidad de mi hogar,
me convertía en la persona que era.

Y vivía entre sangre y pesadillas
y bebía hasta perder el conocimiento.
Y, entonces, soñaba contigo,
que habías venido a visitarme en mi mundo
y ya no existía una distancia infinita entre los dos.

Los universos desaparecían,
las nubes cubrían nuestro cielo
y, en medio de ellas,
volábamos los dos.

Y, después, me despertaba
en una realidad sin sueños,
donde no coges el teléfono
porque no te quieres quemar.

Como la víctima
de un accidente de tráfico
cuando todo salta por los aires,
entre olor a gasolina.

Como si no hubiéramos sido nosotros
los que trajimos el fuego a nuestra existencia.

Como si tú siguieras dormida
y el frío que siento fuera la realidad,
y no pudiera escapar de él
ni quemando todos los bosques.

Y ahora lo he perdido todo,
despierto,
en una casa sucia,
desordenada,
dispuesto a interpretar mi papel
y volver a decirle a todo el mundo
que ya te he olvidado.



 

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El escritor

2019-03-17

El escritor

Algunas veces,
la mejor opción,
es el camino más fácil.
Yo,
sin embargo,
ante cualquier disyuntiva,
no tengo ninguna duda:
siempre escojo el camino imposible.

Resulta mucho más dramático,
un paso más,
junto al alcoholismo,
para saciar mi necesidad de ser recordado
como un poeta maldito.

Esta noche ha sido noticia el fallecimiento del escritor Ernesto Bánegas, famoso, además de por obras como “SITCOM” y “cosas imaginarias”, también por llevar una vida desordenada no exenta de polémicas. El escritor, muerto, de acuerdo con la nota de prensa escrita por la familia, a causa de complicaciones en una operación; solía afirmar que su alcoholismo era consecuencia de las pesadillas que le atormentaban cada noche.

Se despertaba sintiendo que miles de arañas recorrían su piel. Cada noche era para él un encuentro con la desesperación ya que siempre temía morir por una de sus picaduras. Decía que, por esa razón, le resultaba imposible irse a dormir sin antes hacer una larga visita a su mueble bar para beber hasta quedar inconsciente. Además del alcohol se rumorea que también coqueteaba a menudo con el rohipnol y el lormetazepan.

Solía despertarse después en plena noche, en posturas imposibles, tumbado en el sofá o sentado sobre una alfombra con la cabeza apoyada en la mesa de su salón. Decía que en aquellos momentos su ánimo era más débil y su inspiración más fuerte, cuando todas las musas de los siete reinos de la literatura acudían a visitarle y él les pagaba escribiendo un conjunto de palabras mágico, desordenado y sublime. Sin duda no plato de buen gusto para cualquier lector, porque había quien veía en él a un genio mientras otros le acusaban de farsante.

Descanse en paz un héroe literario que, en su vida privada, siempre se mostró como un cobarde ante los vaivenes de la existencia.

 

escritor

 

Supongo que es demasiado largo para un epitafio
y,
sin embargo,
es lo que me gustaría que pusieran en mi tumba.
Algo que no me describiera en absoluto
ser recordado como un personaje literario,
porque las personas siempre mueren
y ellos no:
son dueños de un olvido que nunca llega.

La realidad
es
que
si mi vida fuera literatura
sería mucho más apasionante que la tuya.

Lo cierto
es
que
si bebo tanto
no es para ahuyentar a las pesadillas,
sino para no echarlas de menos al despertar.

Y,
sobre las teclas,
no consigo recordarlas tal como fueron
y vuelo por encima de la realidad,
atravieso las paredes
y escupo rayos láser a través de mis ojos.

O
me quedo,
sin más,
sentado en un sofá,
mirando como el infinito
se transforma en un conjunto de burbujas lisérgicas
hasta que se hace de noche
y mi casa se convierte en un conjunto de luces que proyectan sombras.

Y esas sombras son el lugar perfecto para esconderme.

Y, ahora, empiezo a escribir.

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Bosque / Morir en tu piel (mundos imaginados)

2019-03-15
Bosque

Bosque

Perdido en la espesura del bosque,
escucho el susurro de las hojas
entonando una melancólica canción.

La repito en mi mente, una y otra vez,
tratando de no olvidarla nunca
para poder transcribirla exactamente
tal como ellas la interpretaron.

Hubiera sido feliz con sólo llevarme
una ramita a mi casa, capaz de
concentrar el eco de aquel lugar.
Pero el bosque protege sus secretos
y nada de lo que allí pertenece
podrá salir con vida.

Llevo días andando,
tengo la sensación de ir en círculo
y, constantemente, me ronda la idea
de que quizá yo también
pertenezca ahora a este lugar.

Morir en tu piel

Morir en tu piel

Pegado a tu piel nunca pasa el tiempo,
podemos acostarnos de madrugada
y despertar besándonos lentamente.
Tu cuerpo me da la posibilidad
de vivir cada segundo una aventura diferente.
Es un universo insondable,
y cada uno de tus poros esconde
una galaxia: un laberinto,
una ciudad prohibida, un templo sagrado,
un pequeño mundo en guerra en el
que se enfrentan soldados de plástico de
diferentes colores y épocas, un jardín,
rodeado por hadas cuyas flores,
en una eterna primavera, aroman tu
cuerpo con el sabor de tu perfume
y un campo de hierba donde puedes tumbarte
y dejar que las hojas te acaricien lentamente
mientras tu mente viaja a una cataratas.

El agua choca contra mi piel
y yo contra la tuya.
Querría hacerlo hasta desaparecer en ella.
Quiero morir en tu piel,
no sin antes recorrer cada uno de tus mundos.
Quedarnos en el momento exacto antes de corrernos,
cuando te ruborizas y vuelves a ser una adolescente.
Cuando mi mente deja de explorar todos tus mundos
para perderse otra vez en tu mirada.

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Fiebre

2019-03-10

Fiebre

Soñé que tenías fiebre
y, entre sudor y temblores,
nos abrazábamos
mientras me repetías
que no te dejara ir.

Soñé que te atrapaba entre mis brazos.
Soñé que desaparecías para siempre.
Soñé como un insecto,
observando la escena pegado a la pared.
Desde arriba te mataba.

Me he levantado con fiebre esta mañana.
He desayunado un poco y me he vuelto a dormir.
La energía fluía
y escapaba lentamente de mi cuerpo.
Soñé que toda aquella energía podía destruir todo el universo.

Y, desde algún lugar,
una presencia extraterrestre me observaba.
Convencida de que mi mal no tenía cura,
arrancaba su nave a máxima velocidad
para destruir nuestro planeta.
El que soñamos tú y yo,
desgastando el sexo, sudor y nuestras lágrimas.
Alimentándonos sólo de la fiebre,
del deseo de ir más allá.

Ahora me encuentro en el purgatorio
y la escena se repite constantemente.
Llegan y lo destruyen todo.
Yo tengo fiebre y tú también.
Nos abrazamos y tú desapareces.

Porque esta noche he aprendido
que sólo puedo detener esta locura
abrazando fuerte tu cuello,
esperando que llegue el momento
en el que, por fin,
dejes de respirar.
Ésa es mi última posibilidad
de proteger nuestro mundo.

 

 

fiebre

Y veo criaturas en las paredes,
vienen a por mí,
tiemblo sólo con la posibilidad
de pensar que podrían
volver a tocarme.

Abrazado a ti,
tiritando,
pensando en la posibilidad
de que vengan a buscarnos
de que esta fiebre acabe,
porque es lo único que nos mantiene vivos:
La necesidad de malgastar todas nuestras fuerzas
hasta quedarnos agotados,
tumbados el uno al lado del otro,
risa con risa nerviosa,
sólo esperando que nuestros cuerpos dejen de temblar
y nuestros sexos dejen de doler.

Y descubro la posibilidad de una noche más.
Deja de estar en guardia el universo.
Los moratones poco a poco desaparecen.
Puedo volver a besar tu precioso cuello.

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Jardines de nicotina

2019-01-20

Jardines de nicotina

He plantado jardines de nicotina,
en ese territorio tan vasto que son mis pulmones.
A veces noto que me falta el aire.
Y pienso que algún día, alguien dirá:
otro talento desaprovechado
que nos ha dejado por culpa del tabaco.

Sin embargo, son otras muchas las veces
las que es el cerebro el que no me deja respirar.
Otros dicen que es la naturaleza
o el instinto de supervivencia.
Yo únicamente sé una cosa:
no me llevaré ninguna sorpresa mi último día
porque tengo claras las sensaciones
que uno experimenta en el momento de morirse.

Es probable que tenga grasa en el hígado.
Dicen que así es como se ha convertido
en ese lugar mullido
donde los glóbulos rojos
se echan a descansar
cuando se encuentran cansados de su largo periplo.

Dicen también que salen un poco mareados
a causa de la mezcla del alcohol y los psicofármacos.
Y que esto afecta también a veces a los glóbulos blancos.
Es ésa y no otra la razón de que los gérmenes y los virus
campen a sus anchas por tantos de mis órganos.
Pero, al menor, una buena noticia:
mi orina es de color amarillo verdoso,
y eso implica que mis riñones funcionan de puta madre.

Mis conexiones cerebrales fallan últimamente,
cada vez más, en medio de una conversación,
de repente digo algo sin sentido y todos se me quedan mirando.
No sé si culpan al alcohol con el que riego mis jardines de nicotina
o simplemente al hecho de ser un desequilibrado mental.

Antes mi pensamiento se movía rápido,
no perdía detalle,
ahora sólo busca conectarse a la realidad,
a las nociones de memoria y tiempo.
Me siento tan mayor ya,
tan de vuelta de todo.

Por eso a veces considero imposible
la posibilidad de volver a pecar
y caigo en el mismo error, una y otra vez,
porque sólo un apéndice y un bazo perfecto estado
como credenciales de la salud de mi organismo,
si os soy sincero, no parecen gran cosa.

jardines de nicotina
Sombras Anatomía, Nicotina, Pesadillas, Trastorno Obsesivo Compulsivo

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