Quiero ser santa
Dice Ana Curra que existieron dos movidas, la de los que se han vendido y la de los pobres y los transgresores. Supongo que, cuando habla de los que se han vendido, se refiere a Alaska y Nacho Canut que, gusten o no, estuvieron más que dispuestos a venderse desde el principio. La propia Alaska, mientras algunos de sus amigos se metían en eso de la heroína, pasaba las noches en Casa Costus leyendo revistas del corazón y aspirando a ser en el futuro portada de alguna de ellas.
La jugada hay que reconocer que no le salió mal, incluso ha llegado a tener su propio programa de televisión, en el que ella y su marido, Mario Vaquerizo, han hecho apología del elitismo y de las buenas costumbres en el sentido más reaccionario del término.
No obstante, Ana reconocerá que los vendidos y los transgresores salieron de la misma semilla, quizá hubo una mutación, no sé, pero todos ellos compartían espacio en Kaka de Luxe, Carlos Berlanga y Eduardo Benavente, El Zurdo y Bernardo Bonezzi y, por supuesto, Nacho Canut y Alaska.
Grupo nada prolífico, más preocupado por la estética que por la música, ganó fama a golpe de entrevistas infumables y poco más. La cosa fue derivando hacia Paraíso, Zombies y Alaska y los Pegamoides que, exceptuando a Benavente y Curra, apenas sabían tocar ni cantar.
No obstante, había mucho talento en aquel proyecto, sobre todo dos talentos, otra vez unidos Carlos Berlanga y Benavente. Aunque eso sí, deseando separarse pues mientras Berlanga quería avanzar hacia un pop más luminoso, Eduardo, más coherente con la estética del grupo, quería explorar territorios más oscuros.
Así que los Pegamoides fue al final la lucha de dos egos. Las cosas fueron difuminándose. A Berlanga no le gustaba nada la deriva que estaba tomando el grupo, viendo con horror como sus compañeros iban de viaje a Londres y volvían cada vez con influencias más oscuras. Aparte de eso, también odiaba las giras, él no estaba hecho para viajar en furgoneta y dormir en pensiones de mala muerte. Así que amenazó con irse una y otra vez hasta que el resto de miembros decidieron tacharlo de la lista de componentes de la banda.
Llegan después tiempos confusos en los que Canut, ahora estaba metido en Parálisis Permanente y, quince minutos después, ensayando en su nuevo proyecto con Berlanga (Dinarama). ¿Se habían separado los Pegamoides? Nadie sabía la respuesta, Alaska coqueteaba con Jose María Cano, que le había ofrecido componer un disco sólo para ella y, Curra y Benavente, que se tomaron muy en serio Parálisis, lo compaginaron con el coqueteo con todo tipo de sustancias estupefacientes.
Benavente tenía un gran talento y la misma facilidad para adaptarse a diferentes instrumentos como para adaptar el Rock Gótico de Bauhaus y Magazine adaptándolo a ese Madrid de principios de los ochenta.
La banda pronto adoptó un aire de pretencioso malditismo que cultivaron de manera muy consciente. Desgraciadamente, acabó engulléndolos y el recorrido de la banda acabó en un accidente de coche que se cobró la vida de Eduardo. Tenía sólo 20 años.
Dejaron tras de sí dos EP y un LP más que estimables, canciones como Adictos a la lujuria, Un día en Texas, Quiero ser tu perro, Héroes (estupenda versión de David Bowie) y la canción que aquí nos ocupa, Quiero ser santa del segundo EP homónimo del grupo.
Me temo que nadie sabe las cotas que habría alcanzado esta banda en el caso de que Eduardo no nos hubiera dejado. Ana Curra y él tenían el talento y las ganas de construir algo grande, de eso no hay duda.
En fin, el Rock Gótico se quedó huérfano en España. Sólo lo cultivaron los Pegamoides, Parálisis y Gabinete Caligari en sus primeros singles. Y estos últimos tardaron poco en cambiar de dirección para tomar el camino de soria.
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