Skip to content

Las vidas alternas

Los que no vivieron

  • Newsletter
  • Contacto
Las vidas alternas

Etiqueta: Fragmento libre

Holocausto nuclear

2019-10-19

Holocausto nuclear



Éste es el fin del mundo. Suenan las sirenas anunciando un inminente ataque nuclear. Paseáis por los supermercados y los centros comerciales preguntándoos si merece la pena pasar por caja. Intentáis llamar a vuestros familiares para darles el último adiós, pero no podéis: todas las líneas están colapsadas. Y es ahora, cuando va a suceder lo inevitable, el momento en que os arrepentís de haber votado a aquel loco que tomó la decisión de entrar en guerra con una superpotencia extranjera sólo porque eso le garantizaba un alto índice de popularidad en las redes sociales.

Vosotros, como siempre, aplaudiendo a cualquiera que diga que va a tener mano dura, contra esos estados que llamáis terroristas; o contra los inmigrantes, la gente blanca sin trabajo que cobra alguna ayuda social o, simplemente, contra aquellos que no piensan como vosotros. Necesitabais un enemigo, hasta el final. Ahora mismo.

Y yo desapareceré sin guardaros apenas rencor. Porque vosotros sólo erais una panda de gilipollas. Las clases desfavorecidas que vivíais de la ilusión de ser de clase media. Aunque no tuvierais inteligencia ni un mínimo de cultura. No como nosotros, la verdadera clase media, liberal y comprometida. Aquellos que en nuestra adolescencia escribíamos loas a la muerte, al final de todas las cosas. Los que pasábamos el tiempo convencidos de que daba igual votar o no votar; asistir a manifestaciones o integrarnos en un movimiento social no merecía la pena. Porque el mundo se ha convertido en un lugar hostil e ignorante; un recorrido que hace tiempo ya dejó de merecer la pena. Sólo por vuestra culpa, atajo de imbéciles dispuestos a rendir culto al profeta que anunciaba las verdades que queríais oír. Porque al final sólo se trataba de eso, de vivir de la ilusión de que teníais razón. En todas aquellas diatribas que soltabais en la barra del bar, convencidos de que teníais soluciones fáciles para los problemas complejos.

Convertisteis el orden en desorden. Vuestra imagen de Dios sólo estaba en vuestra cabeza y nunca os parasteis a penar que quizá si esa aberración existirá, tal vez nos hubiera creado con el único fin de divertirse contemplando nuestra autodestrucción. Ya que aquello tuvo que acelerar con un meteorito, aburrido ya de dinosaurios que no hacían más que comerse sus excrementos o los unos a los otros. Fue sólo un experimento inútil. No necesitaba criaturas majestuosas que dominaran la tierra, sino una especie de diminutos seres frágiles que, creyéndose inteligentes, iniciaran la aniquilación de todas las especies que existen en nuestro planeta hasta acabar consigo mismos.

No sé qué criaturas vendrán a sustituirnos. Quizá una especie de cucarachas superdotadas, capaces también de ponerse un cinturón de explosivos en la cintura para suicidarse llevándose consigo las más posibles de su propia especie. Serán un poco más resistentes, pero en todo lo demás como nosotros. Esconderán sus excrementos, detestarán el olor de sus semejantes y sentirán una terrible indefensión cuando se encuentren desnudos frente a otros.

Interpretarán esa fragilidad como el inicio de algo llamado amor. Algo destinado a salvarles a todos. Y sufrirán cuando el amor termine, y volverán a ilusionarse otra vez. Habrá momentos incluso en los que se crean los amos del firmamento, investidos del derecho a cumplir sus sueños. A sentirse únicos en un océano en el que algunas gotas estarán más sucias que otras, pero gotas al fin y al cabo. Solamente capaces de ponerse de acuerdo para producir una ola gigante que arrase con todo. Unas pocas harán fuerza y las demás se dejarán llevar por la corriente.

¿Y después? ¿Seguirá habiendo vida en este planeta? ¿Volverán algún día a crecer las flores? ¿A quién demonios le importa eso ya?


Holocausto nuclear


Menos a mí que a nadie. Que me encuentro ya casi al final de mi historia. De nuevo atrapado en aquella habitación naranja. Sin posibilidad de, al menos contemplar el apocalipsis, porque aquí no hay puertas ni ventanas. Siempre aparezco aquí y en algún momento una puerta aparece en algún lugar de la habitación. Siempre cuando mi grado de desesperación alcanza el límite. Pero esta vez no va a ser así, no sólo porque esta vez no soy yo quien va a salir sino ellos los que entrarán en algún momento, sino porque la sirena no deja de sonar en mi cabeza. Recordándome que el fin ya ha llegado y la única opción que me queda en este momento es la de luchar.

No hay muebles en esta habitación. Nada que pueda usar para defenderme, así que cuando uno de ellos, aquellos hombres enfundados en trajes negros estilo película del Quentin Tarantino que todavía conservaba algún talento, los mismos que llevaban días siguiéndome y acabaron encerrándome aquí, cuando el primero de ellos entre por el lugar que sea que aparezca una salida esta vez, saltaré sobre su cara, apretaré sus ojos hacia el interior con todas las fuerzas de que sea capaz, hasta que sus gritos se superpongan a esta sirena que ya me está provocando un agudo dolor de cabeza y mis manos se llenen de sangre.

Pero tardan mucho. Quizá esté ahora en un búnker bajo tierra y la historia que intento contaros no tenga ninguna relevancia. Porque estáis todos muertos, incluso ellos. Y a mí sólo me quedan días de angustia y dolor, hasta morir de hambre mientras mi mente se sigue paseando por los lugares más insospechados.

Intento recordar mis vídeos de música favoritos de los años ochenta. Recuerdo sobre todo a Status Quo, in the army now. Es curioso recuerdo la sensación derrotista pero el vídeo en sí. El caso es que no lo he vuelto a ver desde que era niño. Recuerdo también take on me. Me mimetizo con ese vídeo y empiezo a recordarlo todo dibujado en blanco y negro. Entro en aquel espacio irreal en el que sólo consigo sumergirme bajo el efecto del flunitrazepam. Y soy un niño, dibujando todo lo que recuerdo de aquella época. Porque nosotros nacimos en una generación que, quizá por primera vez, no estaba destinada a alcanzar grandes metas, sino solamente para observar desde la ingravidez un mundo que se destruye a sí mismo.

Lo primero que dibujé fueron los bombarderos, planeando entre las nubes. El sol sonreía hasta que se percató de su presencia. Tenía cuatro años y por eso no pude pintar nada mejor que una cara triste. ¿Recordáis aquellas imágenes? Seguro que las habéis visto mil veces en infinidad de películas. El avión avanza, rompiendo el viento y, al principio, la ciudad se ve muy pequeña, apareciendo poco a poco mientras las nubes se van disipando. Se va haciendo cada vez más grande. Llega un momento en que los monstruos mecánicos se sitúan en el centro de la ciudad y empiezan a soltar su carga letal. Entonces se dibuja una seta gigante y la onda expansiva va destruyendo todo a su alrededor.

Ése fue el fantasma nos aterraba en nuestra niñez y que escondía otro mucho mayor: la crisis. Porque su onda expansiva destruyó las fábricas, condenó a la juventud de nuestros barrios a la precariedad y a la drogadicción. La misma onda expansiva que fue acabando con los dibujos de nuestra niñez. Acabó con las fábricas, algunas de las cuales ya estaban en ruinas; con aquel dibujo de un grupo de obreros unidos contra el patrón. Se borraron las palabras comunidad y solidaridad y fueron sustituidas por el miedo y la rabia contra todo el que es diferente. Y en aquel dibujo todas esas siglas de sindicatos y partidos políticos que la clase obrera pensaba que le defendían fueron perdiendo sentido.

Y entonces yo caminaba en círculos, como muchos otros, pero no eran círculos concéntricos sino una espiral; de estudios que no nos habían servido para nada; de imágenes en los medios de comunicación conservadores, donde los inmigrantes de aspecto islámico caminan con machetes por la calle; de alcohol y heroína; de oficinas llenas de cubículos individuales donde estaba prohibido que los trabajadores hablaran unos con otros; de talleres textiles en el fin del mundo donde aquellas chicas, apenas adolescentes, trabajaban en condiciones de esclavitud; de políticos hablando de flexibilizar el mercado laboral; de esa nueva juventud amenazante que se organiza en bandas en el parque, que cualquier noche uno de ellos puede acercarse a ti y violarte o clavarte varias veces el cuchillo que esconde bajo la chaqueta; de los atentados, los coches llenos de polvo, la personas que buscan sus miembros amputados entre una niebla de polvo; de fascistas levantando el brazo mientras una panda de viejos cada vez más ricos se regocijan; de un mundo en que las reglas ya no tienen sentido porque las cambian a su antojo y únicamente puedes limitarte a la no tan difícil tarea de seguir la corriente y tratar de sobrevivir.

Y ahora dejad que deje de dirigirme a vosotros y me dirija sólo a ella. Porque sobrevivir es eso trataba de hacer yo cuando te encontré. Encontrar un sentido más allá de la supervivencia, algo más allá del dolor que me acompañaba siempre. El mismo que me acompañó desde niño. A pesar de haber nacido en una familia de clase media y haberlo tenido más fácil. De haber encontrado un trabajo muy bien remunerado y vivir en una de esas zonas ricas de la ciudad donde puedes pasear tranquilamente entre gente de tu propia raza.

No podía creer en nada y decidí creer en ti. Había pasado muchos años sometiéndome a rituales de autodestrucción y anomía que me llevaron a encontrarte. A ti, la asombrosa Nina Gold, aunque sepa que ese no es tu verdadero nombre. Decidí ser tu esclavo, entregarte todo lo que tenía y vivir según tus reglas. A cambio prometiste dotar de un sentido a mi existencia. Uno basado simplemente en la satisfacción de tus caprichos y deseos.

Por ti estoy atrapado en esta habitación. Por la necesidad de encontrarte, sentirte, tocarte y salvarte, aunque tú no creas merecer aquella salvación. Yo te la conseguiré, sean cuales sean las consecuencias.

Y ahora caigo en la cuenta de que las sirenas hace un rato que ya han cesado, que puede que no estemos en los albores del fin del mundo sino en el inicio de un nuevo comienzo. Migas de cal empiezan a caer sobre mi rostro. Ahora sé que entrarán por el techo y también sé que no estoy muerto.

Sé que a pesar de ser apenas capaces de mantenernos en pie, todavía nos quedan fuerzas para luchar por aquello en lo que creemos.


Holocausto nuclear


Holocausto Nuclear

Holocausto Nuclear

Holocausto Nuclear

Holocausto Nuclear

Holocausto Nuclear

Holocausto Nuclear

 

 


Entradas sugeridas:


Una medida de alegría siempre transitoria

Banda sonora de un nuevo universo

Notas a pie de página

Tormentas de agosto


Así fue sobrevivir a Hiroshima (Jot Down)

Manifiesto, Relato Adicciones, Destructor de mundos, Enola Gay, Fragmento libre, Heroína, Holocausto, Nina Gold, Orchestral Manoeuvres In The Dark, Quentin Tarantino, Rohipnol, Status Quo, The Cure

Notas a pie de página

2019-06-28

Notas a pie de página


[1]
Cansado y aturdido,
te espero en silencio,
como un insecto atrapado
en un mar de cera.

Moviendo sus patas,
sin encontrar nada
a lo que aferrarse.

Fue más fuerte en él
la necesidad de volar hacia la luz
que el instinto de supervivencia.

Y se quedará ahí, atrapado,
sin posibilidad de escape,
convertido en una estatua.

Hasta que algún día
la lumbre vuelva a encenderse
y toda la cera se derrita.

[2]
No es más que otra imagen,
una de tantas,
de las que hacen que me tambalee
planteándome la eterna pregunta de quién soy
y qué es lo que queda de mí
después de tantos lugares abandonados
y nuevos comienzos.

[3]
Te escribo esta carta no para que la entiendas,
sino para explicarte que a mí
también me resulta muy complicado comunicarme conmigo.

[4]
Mi enfermedad consiste en intentar salir a la superficie,
en un mar cubierto de rocas que flotan a mi alrededor,
se cruzan en mi camino y arañan mi piel
recordándome que fui yo quien decidió tirarse al agua.

[5]
Las nubes fabrican hielo
y, entre todo este granizo,
es imposible encontrarte.

[6]
Estoy en esa fase,
la de volver a tumbarme contigo
sin sentir la necesidad
de volver a pelearme conmigo.

[7]
Intentar encontrar la solución al enigma
es tan inútil como respirar bajo el agua.
Y no hay en la novela de mi vida notas a pie de página
Nada que pueda explicar por qué hago lo que hago.

Acontece entonces la absurda idea de convertir mi vida en literatura,
sólo porque así tal vez pueda añadir un epílogo a mí historia
ese final feliz donde todo cobra sentido
y termina lo que hasta ahora nunca tuvo fin.

[8]
Correr lo bastante lejos,
hasta que ya no me queden fuerzas
y deje de tener sentido intentar volver atrás.
Es lo que hago el tiempo que consumen mis noches en vela.
Y siento que puedo tocar la felicidad con la punta de mis dedos.
Y mis pulsaciones se disparan, cierro el puño.
Me detiene el miedo a lo desconocido.

[9]
Intento respirar aire puro
mas no consigo retenerlo
estando como estoy
rodeado de oxígeno.


Notas a pie de página

Enlaces sugeridos:

Noche sin sueño de luna creciente

Banda sonora para campos de concentración

Cicatrices

Tormentas de agosto

Un beso tímido pero interminable

Anhelo de imperfección


Entrada en poémame [1]

Entrada en poémame [2]

Entrada en poémame [3]

Entrada en poémame [4]

Entrada en poémame [5]

Entrada en poémame [6]

Entrada en poémame [7]

Entrada en poémame [8]

Entrada en poémame [9]

Luces, Relato, Sombras Carácter Destructivo, Desamor, Dolor, Fragmento libre, Pensamiento críptico, Trastorno Obsesivo Compulsivo

Tormentas de agosto

2019-06-19

Tormentas de agosto


Aurora poseía la belleza
de una estrella del Hollywood clásico
pero aquella esquina en la que trabajaba
le desposeía de todo el glamour.
A veces, echaba la vista atrás,
y, preguntándose la razón
que le había llevado a ese lugar,
sólo encontraba una:
el silencio.

El silencio de cuando era una niña,
temerosa de como su padre pudiera reaccionar
porque sabía que cualquier comentario suyo
podía ser interpretado como un desafío
y seguido de un castigo en el menor de los casos
y, en el mayor, de una paliza.

Era esa y no otra la razón
de que fuera tan buena estudiante
porque dentro de los libros,
dialogando con los fantasmas que habitaban el desván,
podía escuchar sólo sus manidos sueños
y no los gritos de eternas discusiones.

Muchas veces soñó que llegaban las tormentas de agosto
y se llevaban consigo aquella casa con el resto de sus habitantes.
Dejando tras de sí un mundo en blanco
que ella pudiera pintar todas las cosas y los colores que quisiera.

Podría pintar un corazón y, sobre él, un hombre que realmente la quisiera
pero tuvo la desgracia de provocar otro sentimiento en los hombres,
el que proviene de sus más bajos instintos
y del que fue por primera vez consciente en las clases de catequesis
tras las que el párroco, aquel al que todos consideraban un santo varón,
le invitaba a quedarse un poco más para profundizar en su fe,
la que habitaba bajo su ropa interior,
tiñendo de sangre los bajos del vestido de su comunión.

También aquella historia se quedó en el silencio,
pues siempre supo que sus padres le habrían culpado a ella,
como le culparían hoy de los moratones provocados
por tantos borrachos en tantas malas noches
o de todas las veces que,
para volver a aquel mundo en blanco,
había atravesado su piel con la aguja.

Y, entonces, las tormentas de agosto
se llevaban también todos los recuerdos
de aquella esquina
a la que inevitablemente debería volver al día siguiente
para cobrar por sentir en su piel el asqueroso sudor del deseo.

Ganar unos pocos billetes con los que poder pagar
un nuevo lienzo en el que algún día
pintaría un camino sin retorno.


 

Tormentas de agosto

Enlaces sugeridos:

Un gran porvenir

Diciembre

Objetivo / Sueños Polares / Medianoche / Procesiones / Extraña sensación

Coágulos

Senén no es Ernesto Bánegas


Entrada en poémame


Relato Adicciones, Desilusión, Fragmento libre, Heroína, Iglesia Católica, Tormentas de agosto

Objetivo / Sueños Polares / Medianoche / Procesiones / Extraña sensación

2019-03-19

Objetivo

Tenía su objetivo fijo en ti.
Sonreías y apartabas la mirada.
Sentías escalofríos,
porque aquello significaba
todo lo que siempre habías odiado:
quedarte para siempre en aquel lugar.

Porque ninguna cárcel es nunca
lo suficientemente grande
y menos aquel instituto
de una ciudad pequeña
donde todas tus amigas insistían
en que le dieras una oportunidad.

Y, a veces, te levantabas de madrugada
y, desde tu ventana, podías sentir
el mundo en calma.
Y te ponías nerviosa,
consciente de que no podrías
saborear aquel silencio
sin conocer antes el ruido.

Sueños polares

Entre los espacios de mis palabras
siempre habrá un lugar para ti.
En mis sueños antárticos,
cuando el sol brille sobre la nieve,
siempre acabaré encontrándote,
bailando con los pingüinos
o jugando a pillar con un oso polar.
Siempre estarás ahí.
Serás mi modelo
cuando quiera dibujar la perfección.

objetivo

Medianoche

De nuevo despertaré a medianoche
y cerraré ojos para ver la completa oscuridad.
Me taparé y, cubierto de frío,
echaré de menos tu cálida piel.

Y, por más vueltas que le dé,
no podré apartar de mí esa melodía:
la canción que me cantas en la oscuridad.

Procesiones

Como las procesiones aterran
a quienes no son católicos
me asusta en la oscuridad
el canto de tus labios.

Aquella sonrisa
devoraría mi alma
y acabaría por convertirme
en aquel ser dependiente
al que siempre he odiado.

objetivo

Extraña sensación

Esa sensación extraña
de pertenecerte
sin que tú lo quieras.

De que nuestra historia
se cerró sin acabarse.

De que todavía hay algo
que yo pueda hacer
para que vuelvas conmigo.

De que la persona
que me enamoró
con aquella extraña sonrisa
volverá para quedarse.

De que me has robado
la vida que quería tener.

De que nunca me recuperaré.

Enlaces sugeridos:

Verte en la oscuridad

Ciudad

Bosque / Morir en tu piel (Mundos imaginados)

Transmutación del virtualismo

El escritor

Recuerdos de cristal

Entrada en poémame (Objetivo)

Entrada en poémame (Medianoche)

Entrada en poémame (Procesiones)

Entrada en poémame (Sueños polares)

Entrada en poémame (Extraña sensación)

Luces, Noclasificables, Relato, Sombras Antonio Vega, Desamor, Dolor, Escapar, Felicidad, Fragmento libre, Nacho Vegas, Rercuerdos, Ruido

Bosque / Morir en tu piel (mundos imaginados)

2019-03-15
Bosque

Bosque

Perdido en la espesura del bosque,
escucho el susurro de las hojas
entonando una melancólica canción.

La repito en mi mente, una y otra vez,
tratando de no olvidarla nunca
para poder transcribirla exactamente
tal como ellas la interpretaron.

Hubiera sido feliz con sólo llevarme
una ramita a mi casa, capaz de
concentrar el eco de aquel lugar.
Pero el bosque protege sus secretos
y nada de lo que allí pertenece
podrá salir con vida.

Llevo días andando,
tengo la sensación de ir en círculo
y, constantemente, me ronda la idea
de que quizá yo también
pertenezca ahora a este lugar.

Morir en tu piel

Morir en tu piel

Pegado a tu piel nunca pasa el tiempo,
podemos acostarnos de madrugada
y despertar besándonos lentamente.
Tu cuerpo me da la posibilidad
de vivir cada segundo una aventura diferente.
Es un universo insondable,
y cada uno de tus poros esconde
una galaxia: un laberinto,
una ciudad prohibida, un templo sagrado,
un pequeño mundo en guerra en el
que se enfrentan soldados de plástico de
diferentes colores y épocas, un jardín,
rodeado por hadas cuyas flores,
en una eterna primavera, aroman tu
cuerpo con el sabor de tu perfume
y un campo de hierba donde puedes tumbarte
y dejar que las hojas te acaricien lentamente
mientras tu mente viaja a una cataratas.

El agua choca contra mi piel
y yo contra la tuya.
Querría hacerlo hasta desaparecer en ella.
Quiero morir en tu piel,
no sin antes recorrer cada uno de tus mundos.
Quedarnos en el momento exacto antes de corrernos,
cuando te ruborizas y vuelves a ser una adolescente.
Cuando mi mente deja de explorar todos tus mundos
para perderse otra vez en tu mirada.

Entradas sugeridas:

Carta de Dios a los hombres

Fiebre

100000 mariposas

Los finales felices

Placeres inexplicables

Jardines de nicotina

Orquídeas fosforescentes, amaneceres de cartón

Entrada en poémame (Bosque)

Luces, Sombras Adicciones, Amor, Cigarettes After Sex, Felicidad, Fragmento libre, Onanismo, Pesadillas, Sufjan Stevens

Navegación de entradas

1 2 3 Next

Suscríbete a nuestro Boletín

Si te ha gustado el artículo suscríbete a nuestra Newsletter para recibir actualizaciones semanales de nuestros contenidos.
Privacidad *
Privacidad

Revisa tu bandeja de entrada o la carpeta de spam para confirmar tu suscripción.

Etiquetas

Adicciones (24) Adopción (6) Ahora: El fin del mundo (8) Albert Rivera (4) Amor (29) Angelus Novus (6) Barricada (3) Bárbara Ayuso (3) Carácter Destructivo (37) Cirujano Patafísico (4) Crítica (3) Culpabilidad (25) Desamor (41) Desilusión (6) Despersonalización (11) Destructor de entrañas (20) Destructor de mundos (20) Dolor (16) Ernesto Bánegas (10) Extremoduro (3) Felicidad (15) Feminismo (5) Fragmento libre (11) Hefner (3) Heroína (5) Iglesia Católica (5) Klee (7) M. Rajoy (4) Melancolía (3) Mis viajes al fin de la noche (15) Nacho Vegas (9) Onanismo (5) Paternidad (21) Paul Klee (5) Pensamiento críptico (6) Pesadillas (13) Plagiarismo (15) Recuerdos (43) Reflejos (37) Sangre (25) Siete canciones (7) Sufjan Stevens (3) Trastorno Obsesivo Compulsivo (12) Twitter (6) Verso libre (6)

Categorías

  • Actualidad (3)
  • Cine (13)
    • Crítica (1)
  • Citas (1)
  • Editorial (2)
  • La canción del día (7)
  • Los que no vivieron (10)
  • Luces (77)
  • Manifiesto (17)
  • Noclasificables (18)
  • Poesía (41)
    • Prosa poética (12)
      • Cuadernos de viaje lunar (9)
    • Verso libre (8)
  • Relato (34)
  • Sombras (88)
  • Televisión (3)
  • Uncategorized (7)

Archivos

  • enero 2023 (5)
  • diciembre 2022 (3)
  • septiembre 2022 (1)
  • junio 2022 (3)
  • mayo 2022 (5)
  • abril 2022 (1)
  • agosto 2021 (2)
  • marzo 2021 (14)
  • diciembre 2020 (1)
  • octubre 2020 (2)
  • septiembre 2020 (1)
  • agosto 2020 (4)
  • julio 2020 (2)
  • junio 2020 (6)
  • mayo 2020 (1)
  • marzo 2020 (2)
  • febrero 2020 (6)
  • diciembre 2019 (2)
  • noviembre 2019 (3)
  • octubre 2019 (6)
  • julio 2019 (1)
  • junio 2019 (14)
  • mayo 2019 (3)
  • abril 2019 (7)
  • marzo 2019 (16)
  • febrero 2019 (7)
  • enero 2019 (13)
  • diciembre 2018 (14)
  • noviembre 2018 (11)
  • octubre 2018 (9)
  • septiembre 2018 (8)
  • agosto 2018 (18)
  • julio 2018 (8)
  • junio 2018 (10)
  • mayo 2018 (29)
  • abril 2018 (17)
  • marzo 2018 (11)
  • febrero 2018 (3)

“Lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer. En el interín surgen infinidad de síntomas mórbidos”

Antonio Gramsci

Recomendamos

  • Poémame
  • Y ahora se pone a llover...
  • El verdadero Blog del verdadero Jokin
  • Pailoco

Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

2018 - Senén Rubio Zubiaga

Idealist by NewMediaThemes

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies

Suscríbete

Si te ha gustado el artículo suscríbete a nuestra Newsletter para recibir actualizaciones semanales de nuestros contenidos.
Privacidad *
Privacidad

Revisa tu bandeja de entrada o la carpeta de spam para confirmar tu suscripción.