Jaula
Quizá este año, cuando las revistas de tendencias te recomienden lo mejor del año en el campo del cine de terror y de suspense, hablen de películas como Barbarian, Smile o Fresh, títulos que agradarán e incluso harán las delicias de los amantes del género. Propuestas, al fin y al cabo, que a quien escribe estas líneas le gusta ver en las carteleras (o en los catálogos de las diferentes plataformas de streaming).
Y, no obstante, habrá otros títulos que caerán en el olvido, ya sea por su calidad o por la nacionalidad del film en sí. Y me temo que esto es algo que va a pasar con Jaula, debut en la dirección de largometrajes de Ignacio Tatay que bien hubiera merecido el hype.
Hay mucho patriotas que, igual que Espinosa de los Monteros piensan o quizá no lo hacen antes de hablar cuando se refieren al cine español como “películas donde un cura viola a una monja, se queda embarazada de trillizos y todo acaba mal” o filmes que contienen “continuas y pesadísimas referencias a la guerra civil”.

Jaula
Pues bien, aquí no se encontrarán nada de eso, sino un film de suspense con una atmósfera muy bien trabajada y unas estupendas interpretaciones de Elena Anaya y Carlos Santos. Además hay que decir que Tatay, también coautor del guion consigue engañarnos con una historia que no es lo que en un principio parece. Nos engañan los personajes, nos engaña el género y nos sorprenden inesperados giros que finalmente nos conducen hacia una historia que no tiene nada que ver con lo que creíamos estar viendo en la primera hora de metraje.
¿Dónde está el fallo? Creo que no lo hay, la verdad, porque la película me mantuvo atento y mejoró mis expectativas. ¿Qué podemos reprochar al film? Quizá la absoluta falta de sentido del humor, tal vez justificable dada la naturaleza de la historia que cuenta, y un final excesivamente caramelizado.
No obstante, insisto: Está en Netflix, es muy buena, dura poco más de hora y media y se disfruta durante varios días.
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