“Los siete ángeles que tenían las siete trompetas se prepararon para tocarlas.”
Apocalipsis 8:6
Si algo nos caracteriza como generación es nuestra absoluta incapacidad de trascender. No quedará mucho de nosotros cuando nos hayamos ido, quizá un conjunto de ciudades sumergidas bajo el agua y un barullo de pensamientos, gustos y opiniones perdidos en la vacuidad del hiperespacio. No nos tocó la tarea de cambiar el mundo, sino la de ser testigos de su destrucción. Somos los tontos útiles que alimentamos un sistema que, conscientemente o no, se ha marcado el objetivo de engullirnos, llevándonos en volandas hacia ese fin de la historia que tan poco tiene que ver con el que predijo Fukuyama ya que, si algún día acaban las guerras no será porque hayamos encontrado la manera de convivir en paz y armonía, sino más bien porque no quedará nadie aquí para empuñar un arma.
Hemos decidido creer sólo en aquello que nos conviene. Ya no buscamos hermanos, sólo enemigos, una forma de vida inferior a la que culpar de nuestras desgracias. Discriminamos por sexo, cultura, raza o ideología siguiendo la lógica del exterminio. Gritamos nuestras opiniones a los cuatro vientos, en nuestras redes sociales o la barra de algún bar. Nos tememos los unos a los otros. Estamos solos. Algunos sobrevivimos gracias a la medicación, otros a la ignorancia y, unos pocos, seguimos enganchados a la literatura, sujetos a la idea de que ésta será de algún modo capaz de construir un refugio en el que cobijarnos cuando todo lo demás nos ha fallado. Buscando ese momento en que conseguirnos ahogarnos entre palabras y curar todas y cada una de las heridas que la vida nos ha infligido.
No obstante, tarde o temprano, llegamos a comprender que dentro de este horror no hay literatura. Nos educaron para ser protagonistas, cuando la realidad es que, con suerte, llegaremos a actores secundarios, cuando no extras con frase. Podremos morir de cáncer, entre vómitos y sangre, acompañados de unos pocos seres queridos que sólo desearán liberarnos del dolor por medio de una sobredosis; o en un atentado suicida en el centro neurálgico de las ciudades que habitamos, caso en el que puede que nos dediquen un reportaje de televisión para hacer creer al mundo que nuestra muerte no fue en vano, que nuestra vida tenía un sentido, un engranaje compuesto por los sueños y las ilusiones que se habían convertido en el objetivo de nuestra existencia.
Tal vez sea el día de nuestra muerte en el que nos convertimos en protagonistas absolutos. El día en que pienses en mí. Y nuestras vidas tengan sentido en función de todas esas grandes cosas que estábamos destinados a hacer y no pudimos debido al fatal desenlace. Sería bonito que fuera así. Pero me temo que no es la muerte la que nos paraliza sino el miedo a la vida. Y que tú y yo sabemos que ésta se compone de desesperación y promesas incumplidas. Que pasamos nuestra existencia ocultando con ropa nuestros cuerpos avergonzados y nuestros errores. Que sólo el miedo al dolor guía nuestros actos. O la búsqueda del mismo porque, si hay algo que nos una más allá de toda duda, es la convicción de que merecemos ser castigados.
Promesas. Prometo. Prometiste, prometieron. Tantas veces, que no iban a encontrar en nosotros aquello que llaman amor. La duda. El miedo a sufrir. La certeza de lo postmoderno. La construcción individual de la realidad. Cultura pop. Nuestro amor, aquel que nunca llegamos a reconocer, sólo era una promesa de felicidad. Un conjunto de promesas incumplidas. Un esperar a que pase lo que sólo se encontraba en nuestra imaginación colectiva que, inevitablemente, algún día tenía que chocar con la realidad. Y estoy seguro de que sólo me harían falta siete segundos para hacértelo entender. Tan solo siete palabras: Yo he visto el fin del mundo. Y tú no estabas ahí. Porque la primera de las siete promesas no se cumplió. No era verdad que fuéramos a estar toda la vida juntos. Si tanto nos queríamos… ¿Por qué dejamos que el mundo nos alejara? Si tanto nos queríamos… ¿Por qué incumplimos también las otras seis promesas?
Nuestra vida no sería como la de los demás. He ahí nuestra segunda promesa. Y no sé tú, ya que también incumplimos aquella tercera promesa de estar siempre en contacto, pasara lo que pasara con nuestra relación, pero yo tengo un trabajo de oficina de siete horas diarias que paso programando. Completamente alienado. Hay gente que en su mesa tiene fotos de su familia, dibujos que les han regalado sus hijos o algún amuleto, recuerdo de alguien especial. Yo no tengo nada. Y eso puede extrapolarse también a la agenda de mi móvil, donde hay muchos teléfonos pero prácticamente ninguno al que pueda llamar. Lo he intentado con el tuyo como un millón de veces y siempre comunica. Creo que debes haber cambiado de número. Supongo que cuando decidiste desaparecer también decidiste hacerlo bien. Romper todos tus lazos con el pasado de manera eficaz rompiendo la cuarta promesa: se suponía que eso lo haríamos juntos. Dejar atrás Madrid, donde cada desconocido representa una amenaza o una aventura, dependiendo del prisma con que se mire.
El centro ha explotado. Siempre ha sido ese agujero en el que se hacían realidad nuestros pensamientos más oscuros. Ahora es sólo un agujero, un paisaje en ruinas. Algunos lo definen como un escenario de guerra. Y debo decirte que es una definición bastante precisa. Hay militares en las calles. No sé si has podido verlo con tus propios ojos pero estoy seguro de que, estés donde estés, te has enterado. Porque podemos intentar huir de Madrid pero su sordidez siempre nos persigue. Estuve ahí cuando todo ocurrió. Fui testigo del momento en que el primer ángel hizo sonar la primera de las trompetas. Pude fijarme en él, en plena calle Preciados. A tan solo siete días de Navidad. Le vi caminar entre la gente. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete pasos. Después una luz blanca intensa. Fuego y escombros. Yo rodeado de polvo entre cadáveres, miembros amputados, personas que, sin yo solicitárselo, me enseñaban sus órganos internos. Y se hizo evidente que había ocurrido una catástrofe porque los móviles se quedaron sin cobertura al mismo tiempo que los pocos supervivientes intentaban comunicarse con sus seres queridos.
Mientras yo permanecía impasible, cubierto de piel, sin ninguna herida visible. Fui uno de un pequeño grupo de supervivientes. Un zombi más de la manada, recorriendo Preciados calle arriba, asintiendo a toda esa gente que me preguntaba si estaba bien y concentrado en el sonido de las sirenas, en su interior podían identificar la melodía de cientos de canciones que nos hicieron felices. Y, entre todo aquel festín de cadáveres, sólo fui capaz de pensar que, seguramente, siete años después de la última vez que nos vimos, no volvería a verte.
En las guerras que libramos con nuestros fantasmas siempre ganan ellos. Así habría quedado mejor. La literatura te da segundas oportunidades pero la vida no. Una vez dichas las palabras ahí quedan. Son pequeños errores. La diferencia entre lo que quisiste decir y lo que dijiste, cómo lo dijiste y si realmente era aquél el momento adecuado. Y no sería un problema si no tuvieran vida propia, si no alimentaran las ilusiones y los miedos de los demás. Sobre todo los de la gente que más te importa.
Nunca sabemos cómo va a acabar una historia. Quiero creer que si tú lo hubieras sabido no me hubieras dicho tantas veces que me querías. Recuerdo tus palabras. La modulación exacta de tu voz. Las historias que me contabas significaban para mí el descubrimiento de un nuevo mundo. Por qué me diste tanto. Por qué te entregué todo mi ser. Son preguntas que se llevará el viento y se esconderán ante el hecho de que todo era más alegre cuando pululabas alrededor de mi universo.
Y ahora, ahora nada. Sólo intento dejar de sentir. Pero, a veces, me asusto de lo poco que queda de mí mismo. Son esas ocasiones en las que vengo a ver a Evelynn quien, en realidad, se llama Linet. Es sólo una mentira más. Una mentira absurda si tenemos en cuenta la cantidad de información que puedes obtener de una persona con un número de teléfono y una dirección de correo electrónico.
Sólo puedo hablar con ella. Creo que es porque existe en un mundo paralelo. Parece imposible que nuestros universos lleguen a chocar alguna vez. Supongo que eso es lo que buscamos en las prostitutas además de lo que buscan otros, lo obvio. Ellas viven en locales o en pisos. Permanecen ocultas a la vista de todos. Cuando pasamos por aquella puerta sabemos que no veremos a nadie más y, al entrar en sus cuartos, nuestros mundos se quedan reducidos a esas cuatro paredes.
Confiamos en que no compartimos ningún conocido, que no vamos a encontrarnos en los mismos bares. No nos van a llamar ni a pedir explicaciones si un día decidimos desaparecer.
Y por eso les confiamos nuestras más profundas perversiones y deseos más íntimos. En mi caso la tristeza y la necesidad de demostrarme que existo. Caer hacia arriba en esta espiral provocada por mi mente subconsciente. “Y es que estoy convencido de que este sueño tiene un sentido. Creo que Nina está en peligro. Que, de alguna manera, ha contactado conmigo para que vaya a buscarla, esté donde esté. Que la salve de un final horrible. Creo que la puerta todavía no se ha abierto. Y la cuestión es quién será el primero que entre por ella”.
“Ernesto, espero que no te sientas ofendido por lo que te voy a decir. Pero lo que me estás diciendo ahora no tiene ningún sentido”. Sí que me sentí ofendido, pero ella tenía algo de razón. Me hacía falta volver a la realidad. Entonces recordé el motivo que me trajo a esa habitación: sentir. En una vida marcada por la imaginación, los pensamientos recurrentes y las compulsiones adictivas, se vuelve necesario. Volver un momento a la realidad para después poder volver a flotar dando vueltas alrededor de ella.
“¿Lo tienes todo?”.
“Sabes que siempre estoy preparada cuando vienes”. Dio la vuelta a su puño cerrado y me abrió la mano. Ahí estaba, perfectamente envuelta. A pesar de todos mis miedos, a los microorganismos y las enfermedades de contacto, confiaba en ella. Sabía que aquella cuchilla no la había usado nadie más. Pensándolo bien, no creo que sean muchos los que vengan a visitar a Linet para lo que yo vengo. Cogí la cuchilla entre mis dedos y, antes de empezar con el ritual, ella continuó hablando: “¿Sabes? Creo que las mujeres maduramos. Llega una edad en la que crecemos y dejamos de ser niñas. Pero los hombres no. Crecéis pero no os hacéis mayores. Tú sigues siendo el niño que, sin ningún motivo, se sienta en una esquina y se pone a llorar. No es que se sienta triste, sólo quiere atención. Con todo tu discurso sobre lo poco que te importa la opinión de los demás. Detrás de esa aparente frialdad y de tu estudiado desdén hacia todo lo que te rodea, lo único que te importa es que la gente piense que eres tan especial como te crees”.
Mantengo la mirada fija en ella hasta que finalmente decido ignorar su discurso. Me quito la camiseta. Mi cuerpo vuelve a temblar. Me pierdo en la atracción mórbida, atrapado entre la imagen de la sangre que corre por mi brazo y el miedo a lo que voy a hacer. Si cortas en un lugar no adecuado puedes acabar muy mal.
¡Dios!
¡Joder!
La electricidad.
Imagino el mar. Las olas. Una marea de electricidad que recorre mi cuerpo, que tiembla ahora en una mezcolanza de placer y dolor.
Me tumbo sobre la cama. Da igual que todo se llene de sangre. Estoy a años luz de la mirada de Linet o Evelynn o como ella prefiera que le llamen. Me toco la herida y me llevo los dedos a la boca saboreando cada partícula metálica del plasma que brota de mi piel.
Pero la sensación desaparece pronto y vuelvo a sentirme vacío.
“Otra vez, sólo una más, por favor”.
Para mí, ha sido mejor que un orgasmo. Omne animal triste post coitum. Yo no estoy triste. Estoy vacío en el buen sentido. Sólo tengo ganas de llegar a casa y descansar. Linet me cura las heridas con dulzura. Primero me pasa una gasa cubierta en alcohol, que escuece y alarga mi sensación de paz. Coge otra gasa y la coloca encima de la herida. Después esparadrapo. Se me queda mirando. Se acerca, se acerca demasiado. Y me besa dulcemente, sin lengua, Pequeños besos que recorren mis labios. Yo respondo. Ahora todo está a flor de piel. Por primera vez en meses no siento la cercanía como una invasión. Ella me muerde el labio inferior y se detiene.
“Eres el peor cliente que tengo. Nunca intentas propasarte. No tengo que tocar tu asquerosa polla. Y me consientes. Me pagas más de lo necesario y me compras toda clase de caprichos. Pero… Tener que ver esto cada vez y al mismo tiempo no poder abandonarte… Te quiero, Ernesto, de verdad que sí. Pero ahora mismo también te odio, con todas mis fuerzas”.
De mi sangre a tus cuchillas. De mi sangre a tus cuchillas.
De mi sangre a tus cuchillas. De mi sangre a tus cuchillas.
Evelynn llevaba un camisón rosa, corto y sexy. Lencería barata para los perturbados que solían visitarla. El camisón era barato, pero ella no lo era: una hora de su tiempo valía doscientos euros. Sólo por un masaje con final feliz. Todo por unas gotas de esperma. A ese pequeño líquido viscoso se reducía el deseo que tantas veces llevaba a los hombres a perder el control.
Pero Ernesto era diferente. Él no quería que le tocara. Había puesto aquella regla la primera vez que se vieron y, aunque a ella no le hubiera importado hacerlo, es una regla que él nunca rompía. No podían tocarse. Él llevaba la comida y quizá algún regalo. Ella le decía que le encantaba que le consintieran. Y comían juntos, sobre el colchón que era el centro de aquella diminuta habitación naranja en la que solamente había espacio para un pequeño armario abarrotado. Había una televisión clavada a la pared. Servía para entretenerse entre llamada y llamada. Uno podía pensar cualquier cosa sobre la vida de una masajista erótica, desde que era un trabajo asqueroso hasta considerar que debía ser apasionante analizar a toda aquella fauna que pasaba por sus manos a lo largo del día. Ella, simplemente, lo consideraba curioso, recordando siempre que no era más que un recurso para obtener otros fines.
Al principio le temblaban las manos cuando algún putero le confirmaba una cita. Desde pequeña su madre le había enseñado a desconfiar en los hombres, bestias que sólo se regían por la necesidad de satisfacer sus deseos ocultos. ¿Cuál era el deseo de Ernesto? Ella lo tenía bien claro: a él le encantaba destruirse a sí mismo, y le gustaba todavía más cuando había testigos.
Ella comía una ensalada de quinoa, aguacate y salmón. En su trabajo, obviamente, era importante cuidar la línea. Algunas se olvidaban de hacerlo. Era una mierda vivir con putas. La mayoría de ellas eran drogadictas o alcohólicas. Una siempre tenía que tener cuidado de que nadie entrara en su habitación. El dinero solía desaparecer con facilidad. Le hubiera gustado no tener que compartir su lugar de trabajo pero, de momento, con los pagos de la universidad y la escuela de idiomas, no tenía otro remedio.
Ernesto miraba como ella comía, sin apenas tocar su ensalada. Siempre comía lo mismo que ella. Evelynn no alcanzaba a entender la razón. Suponía que se trataba de que a él no le interesaba demasiado la comida. Era de esas personas que saben que alimentarse es necesario para seguir vivos pero no encontraban placer en la gastronomía.
Lo cierto es que Ernesto, a pesar de llevar en el cuerpo benzodiacepinas suficientes para tumbar a un elefante, seguía con el estómago lleno de ansiedad. Pensar en comer sólo le provocaba nauseas. A ello se añadía el hecho de que, entre sus muchas manías, se encontraba la de no soportar que nadie le viera comiendo. Para él significaba una violación de su intimidad. Incluso con ella estando en frente de él, por mucho conociera alguno de sus secretos más terribles.
Se sentía cómodo con su ritual. Ella le había la puerta. Se saludaban sin demasiado entusiasmo. Los dos besos de cortesía habían salido hace mucho tiempo de la ecuación. Le hacía una señal de que le siguiera y caminaban por un pasillo oscuro iluminado sólo con algunas velas que olía a incienso. Todas las ventanas estaban cerradas. Avanzaban hasta llegar a la habitación naranja. Allí ella preparaba la comida. Es un decir. La sacaba de los envases que había traído el repartidor y la ponía en platos. La sábana era su mantel.
Se sentaban uno enfrente del otro, en posición de loto. Ella le miraba fijamente y él desviaba la mirada. No podía entretenerse mucho, puesto que en aquella habitación apenas había cosas que contar. Sólo unas cuantas velas encima de la cómoda. Sumaban diecisiete. Dos encendidas. Había gastado cinco desde la semana anterior. Ella seguía mirándole, le apremiaba a empezar el ritual. Si tenía apetito antes de entrar, ahora sabía que no podría probar bocado.
Sus miradas se cruzaron. Cuando él no apartaba los ojos, ella sabía que había llegado el momento de empezar.
Pareces enojado.
No, para nada. Más bien me encuentro hastiado. Es lo de siempre, bueno, el trabajo… Esta mañana he tenido tres reuniones. Es increíble la cantidad de tiempo que perdemos con eso. La mayoría de las cosas útiles de las que se habla podrían resolverse enviando un correo electrónico. Y el resto… El resto no es más que escuchar estupideces, ¿sabes? Es como si los jefes o los clientes convocaran aquellas reuniones sólo para justificar su existencia. Ellos no programan, no producen nada. Se supone que están ahí sólo para tener grandes ideas. Lo que les obliga a demostrarlo constantemente. Y da igual que lo que digan esta semana contradiga lo que dijeron la semana pasada. Hay que cambiarlo todo y ya está. Lo que añade a la pérdida de tiempo que es la reunión en sí otra provocada por los cambios de código o de diseño para adaptar la aplicación a sus nuevos deseos. En fin. Si no te sientes motivado en ese trabajo, ¿por qué no lo dejas? Cobro bastante dinero. Y se me da bien lo que hago. Cuando las cosas salen bien, ¿sabes? Es una inyección de adrenalina. Como si el mundo volviera a ponerse en orden. Por un instante las cosas vuelven a tener sentido…
Pero esa sensación acaba pronto.
Sí, así es.
¿Y por qué has venido hoy aquí?
He tenido una pesadilla horrorosa. Cuando me desperté tuve un ataque. Bastante fuerte, ¿sabes? Y eso que recordaba lo que había soñado… Pero, en el transcurso del día, he ido recordándolo, y ahora no pienso en otra cosa. Estaba completamente ido en las reuniones. Mezclé diazepam con clonazepam. Es una sensación maravillosa. Como si anduviera bajo el agua… Si pudiera flotar sin ahogarme y sentir que no estoy en ninguna parte.
Pero empezaste a ahogarte, ¿no?
Sí, empecé a ver imágenes, a recordar. De repente, aquellas imágenes lo eran todo. Suerte que con el tiempo he ido acumulando recursos. Modos de hacer pensar a los que me rodean que sigo estando ahí aunque no lo esté. Simplemente asiento cuando siento que alguien ha terminado de hablar, aunque a veces no debería hacerlo porque es un desastre. Cuando me doy cuenta he aceptado alguna de esas ideas de mierda que me llevarán semanas de trabajo… Pero las imágenes son tan vívidas… Ella estaba tirada en el suelo de una habitación de color naranja, como ésta. La diferencia es que en aquella habitación había rodapiés blancos de madera, con decoración. Es una casa vieja. Hay una ventana de la que sale un montón de luz. Creo que había nieve fuera. No lo recuerdo muy bien.
¿Por qué estaba tirada en el suelo?
Bueno, en realidad estaba atada. Con cinta aislante. Las piernas en posición fetal y las manos detrás de la espalda. También tenía cinta en la boca. No hacía ningún esfuerzo por soltarse, no luchaba, ni siquiera lloraba, como si hubiera aceptado su destino…
¿Era Nina?
Sí, era ella.
¿Sigues echándola de menos?
Todo el tiempo. A veces le escribo cartas. No es que tenga nada importante que decirle. A veces se trata sólo de reprocharle que se haya ido, que me sienta tan solo. Como si en realidad fuera de ella y no una decisión que, consciente o inconscientemente, he tomado ya hace tiempo. La decisión de no sentir. De tomarme todo aquello que me desconecta de los demás… En fin. El caso es que le escribo contándole lo que me pasa. Después lo meto en un sobre, pero no tengo donde enviarlas así que cojo el metro y viajo hacia ningún lugar, hasta la última estación, luego vuelvo, o hago algún trasbordo. Depende del día. Me pongo a leer algún libro. Me confundo con la gente, soy uno más que viaja a algún sitio. Y, cuando termino el capítulo, simplemente me levanto, dejo la carta metida en un sobre en el que escribo su nombre sobre el asiento con la esperanza de que le llegue, de algún modo. Sé que es una tontería…
No, no lo es. Es muy romántico. Pero volviendo al sueño, ¿tú dónde estabas?
No estaba ahí. Era como si estuviese sentado delante de una pantalla, viéndolo todo y sin ninguna posibilidad de hacer nada para rescatarla. Alguien la dejó ahí tirada y colocó una cámara, que se quedó grabándola, intentando captar todo su sufrimiento. Pero ella es demasiado orgullosa, así que simplemente se quedó ahí tumbada, quieta, muy quieta. Antes dije que estaba aceptando su destino, pero creo que no es así. Hay algo en lo que ella se parece mucho a mí: siempre deja que sus demonios la devoren en silencio.
Pero alguien entró en la habitación. Y empiezan a sonar las sirenas. Ya sabes, el fin del mundo, un ataque nuclear. Escucho como una puerta se cierra de un portazo, escucho unos pasos acercarse decididamente y el objetivo de la cámara acercándose a ella cada vez más. Diría que vi una lágrima cayendo por su rostro. La cámara le estaba chupando la sangre, como en Arrebato.
En nuestras guerras contra nuestros fantasmas siempre ganan ellos.
Retazos del forraje de carpetas adolescentes y conversaciones frente a la barra del bar.
Si lloras por no ver el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas. Se puede hablar de todo siempre dentro de la legalidad. Mario Casas sube una foto sin camiseta a Instagram y las redes enloquecen. Dentro de poco, en España, será mayor el número de escritores que el de lectores. La crisis del sector editorial. Yo tengo muchos amigos gays. Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. El porno fomenta la cultura de la violación entre los adolescentes. La gente que verdaderamente ama la música sólo la escucha en vinilo. De mayor quiero ser como Belén Esteban que es una chica de barrio que dice lo que piensa. Hay que trabajar más y cobrar menos, estamos muy malacostumbrados. La diferencia entre la izquierda y la derecha, a mi juicio, es que la derecha os va a dejar decidir qué queréis ser; la izquierda va a querer decidir por vosotros. Internet y las redes sociales están acabando con las relaciones humanas. Lo jóvenes de ahora no se movilizan. Los jóvenes de ahora son incapaces de concentrarse en un texto de más de dos líneas. El suicidio es la mayor causa de muerte en España. Los adolescentes se pasan el día enganchados al móvil. La izquierda sólo vale para gobernar en momentos de bonanza económica. Ni machismo ni feminismo: igualdad. Sé que a la mayoría de vosotros tampoco os ha gustado esta película, le ponéis puntuaciones tan altas sólo por parecer más inteligentes. Si lees La Razón comprenderás que España nunca ha dejado de ser una dictadura. La cuestión de la sangre con el RH negativo confirma sólo que este pueblo antiguo tiene raíces propias, identificables desde la prehistoria, como sostienen investigaciones de célebres genetistas. Los CDR son grupos terroristas. Yo no me someto a la dictadura de lo políticamente correcto. Fotos en Mediterráneo Digital muestran un grupo de MENAS sentados en un banco de un parque con machetes en la mano. España se rompe. La mayor parte de las ayudas estatales va a parar a los inmigrantes ilegales. Gran Hermano revolucionó la historia de la televisión en España. Hablar catalán es fácil, sólo tienes que quitarle el final a las palabras. Fueron grupos de policías secretos los que se infiltraron entre los manifestantes para provocar los altercados. El Estado tiene el monopolio de la violencia. Cataluña será la Dinamarca de Europa. Las regiones ricas están cansadas de pagar los subsidios de desempleo de las más pobres y menos emprendedoras. El ser humano es el único animal que toma leche a lo largo de toda su vida. Has de seguir una dieta rica en proteínas y baja en carbohidratos. La movida no existió, sólo fue una operación propagandística del PSOE. Los andaluces son muy divertidos. Dudo que escuchar música indie-hipster mejore tu altura cultural. Soy muy fan de Camela. Me pasé gran parte de mi carrera como crítico musical escribiendo críticas hagiográficas de Los Planetas, cuando en realidad ni siquiera me gustaban. Todas las películas españolas, o son comedias tontas o tratan sobre la guerra civil. En España todo es un desastre. Tenemos que esforzarnos más para llegar a ser Europeos. En Mallorca se puede ir a la playa cualquier día del año. Ingleses borrachos haciendo balconing. El paro descendió ocho puntos el mes pasado y se ha producido un repunte del 0,3% de los contratos indefinidos. El contrato único mejoraría la calidad del trabajo. Hoy analizaremos todos los errores que comete Blanca Suárez al hablar de feminismo. Blanca, calladita estás más guapa. El modelo que lució Blanca Suárez en la gala de los Goya de este año dejó a todos boquiabiertos. Diez cosas que haces y te convierten en un machista aunque no lo sepas. El sudor de los negros huele más fuerte. Me han cambiado la vida, esa gente no tiene nada y son mucho más felices que nosotros. No soy machista, yo ayudo a mi mujer en las tareas del hogar. El streetlighting, la nueva manera de acabar con el terrorismo islámico que está triunfando en Europa: colgar a todos esos hijos de puta de las farolas. La transición española fue modélica. El lobby farmaceútico se gasta millones cada año en desacreditar a la homeopatía. Beatriz Talegón defiende la homeopatía. Beatriz Talegón defiende la tauromaquia. Beatriz Talegón a favor del independentismo en Cataluña. Beatriz Talegón no ha publicado nada hoy en Twitter, ojalá esté enferma. Se que lo que voy a decir no es políticamente correcto, pero hay estudios que demuestran que los blancos son más inteligentes que los negros. La gente es muy fácil. Mi mayor error fue confiar en personas que no eran yo misma. La Solución Mineral Milagrosa cura el 90% de las enfermedades. Preparándonos para la transición económica crearíamos nuevos puestos de trabajo. Sólo debes pensar en ti mismo, en nadie más. Partido Socialista Obrero Español. En Madrid todos son fachas. Cataluña y Euskadi están a años luz del resto de España. La exhumación de Franco sólo pretende abrir heridas cerradas ya hace mucho tiempo. Trump: en su gran e incomparable sabiduría. El Brexit nos muestra la ineficacia de la democracia directa. Nos preocupa mucho la falta de libertades en Venezuela. Supermercados vacíos. El hábito hace al monje. Yo prefiero un negro que hable catalán a un blanco que no lo hable. Aquí hablamos valenciano, no catalán. Bajaremos los impuestos manteniendo el Estado de Bienestar. La sanidad se ha vuelto insostenible por culpa de los inmigrantes. No existe una trama Gürtel, es una trama contra el PP. El Estado de las Autonomías está obsoleto. No existe la violencia de género sino la violencia intrafamiliar. No tenemos nada de que preocuparnos, el Barça seguirá jugando en la liga española. Nunca se habla de todos esos hombres maltratados psicológicamente por sus mujeres. Un amigo mío dice que tiene miedo de participar en una orgía desde que salió la sentencia de la manada. Hemos conseguido en dos semanas lo que no conseguimos con Felipe González en 13 años. Hay muchos inmigrantes que viven de las ayudas sociales que les da el Estado sólo por ser inmigrantes. Rosalía: no es música, es apropiación cultural. Hay más casos de violencia doméstica hacia hombres que hacia mujeres, pero el Gobierno falsea las estadísticas para no parecer políticamente incorrecto. Yo tampoco soy una feminista radical del 8-M. Carles Puigdemont recupera el espíritu de Nelson Mandela y Rosa Parks. El presidente en el exilio. El cobarde incapaz de asumir sus consecuencias. Las personas que murieron en accidentes de coche por ir a visitar a sus parientes a la cárcel son víctimas de la política penitenciaria del Estado Español. El Régimen del 78 está agotado. En épocas de crisis hay que votar a la derecha, ellos toman las decisiones que hay que tomar para reactivar la economía. Mucho condenas la violencia de género, pero no hablas de esa mujer que se tiró por la ventana con su hija de dos años. No son presos políticos, son políticos presos. Estamos al borde de una nueva guerra civil. La mayoría de las denuncias por violencia machista son falsas. Albert Rivera es un liberal ibérico. Éste no es un proceso por corrupción sino un proceso contra el Partido Popular. Pero qué guapo es Pedro Sánchez. El coletas quiere subirnos los impuestos. Errejón es un traidor. No estoy en contra del matrimonio homosexual, sino de que se use la palabra matrimonio, que es la unión de un hombre con una mujer. Fue un misil y no un avión lo que se chocó contra el pentágono. El islam es una religión intransigente. Islam igual a odio. Todas las opiniones son respetables. A veces me da reparo entrar en un ascensor, imagina que hay una chica con ganas de buscarte las vueltas, se arranca el sujetador o la falda y sale gritando que le han intentado agredir. Los actores deberían dedicarse a hacer cine y no meterse en política. Esta película no pasaría el Test de Bechdel. Arden las redes. El problema de los gitanos es que no quieren adaptarse a nuestras costumbres. El derecho a tu libertad de expresión termina ahí donde empieza mi derecho a no sentirme ofendido. Franco hizo muchas cosas buenas. Los moros se meten mucho con nuestra religión pero si tú te metes con la suya ya verás que pronto te sacan la navaja. Los niños tienen pene y las niñas vagina, que no te tomen el pelo. Mi mayor fantasía es follarme a una mujer embarazada. Cuando mi padre me pegó una bofetada me enseñó algo importante: el Respeto. Los videojuegos son los verdaderos responsables del tiroteo en el instituto. Por lo que has dicho pueden meterte en la cárcel por injurias a la corona. Los asesinos practican con juegos de rol. Las canciones heavys contienen mensajes satánicos. La Iglesia Católica acogerá en su seno a todos los homosexuales que no se acuesten con hombres. Todos los estados democráticos han emprendido acciones de guerra sucia cuando se han visto amenazados por el terrorista. Garzón, dice que es comunista pero tiene una casa con piscina. El asesinato de un escolta puede considerarse un accidente laboral. Aquella chica entró voluntariamente en el portal porque quería tener sexo en grupo y sin protección con cinco desconocidos, después se arrepintió y los denunció. Ese monstruo merece ir a la cárcel por los chistes que ha hecho sobre Carrero Blanco. No voy a decir que apoye la política de Israel pero poco más se puede hacer con los palestinos. El semen entra por el recto y en vez de encontrarse con un óvulo se encuentra mierda. Todos los hombres son unos cabrones. Todo es política, hasta la gastronomía. Todas las mujeres son unas putas, excepto mi hermana y mi madre. Explícale a la madre de ése niño que su asesino no merece la prisión permanente revisable. Se habla mucho de los asesinatos de ETA pero muy poco de las torturas en los cuarteles. El estado que permite Altsatsua y los presos políticos se enfada cuando le llaman fascista. La guardia civil traficaba con heroína en el País Vasco en los ochenta para acabar con una juventud comprometida. En España no hay presos políticos, hay políticos presos. En España existe la libertad de expresión. Los familiares de las víctimas del franquismo se acuerdan de desenterrar a sus padres y abuelos sólo cuando hay subvenciones de por medio. El suicidio es de cobardes. Algún día sabremos la verdad sobre el 11-M. Los nacionalistas persiguen los mismos objetivos que ETA, lo que significa que también apoyan sus métodos. Comer verdura cura el cáncer. Os metéis mucho con la iglesia católica pero con los musulmanes no os atrevéis. Si alguien dice una palabrota sobre mi madre puede esperarse un puñetazo. Je suis Charlie. Todas las víctimas son iguales. Un refugiado sirio violó a una mujer. Un hijo adoptado mató a sus padres adoptivos. El problema del Estado Islámico sólo pasa por una única solución: aniquilarlos. Las vacunas provocan autismo. Qué no se repita la historia porque igual acaban como Companys. Sólo deseo que la violen en grupo.
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