Rebeca Linares
“Me es muy difícil entender la naturaleza de todas las cosas, es natural ser diferente,
esta diferencia nos hace únicos ante los demás…
entonces
¿por qué me señalas como diferente a ti?;
¿acaso no somos distintos y por lo tanto en esencia lo mismo?”
Declaración de Salamanca, Unesco
Rebeca Linares
No sé si alguna vez sentiste mi amor crecer como un bosque en mi interior. Venga, dime, ¿me recuerdas al menos? No me mientras, yo sé que no. Que prefieres olvidar a la gente que se masturbó con tus videos, porque sus deseos contenían escenas horrendas.
Pero debo confesarte, te conozco desde muy joven y desde mi más tierna infancia te amé. El modo en que mirabas a la cámara, esa sonrisa que a todos y todas nos hacía perder la razón. Hasta tal punto que estuve obsesionada con tener tu cuerpo, tu vida, tu mente y tu sexo.
Muchas veces vomité, mi pelo sucio con restos pegados. Tenía que lavarme la cabeza sin que se dieran cuenta mis padres y, después de ducharme, veía mi cuerpo reflejada en el espejo, desesperaba, porque mi cuerpo nada tenía que ver con el tuyo.

Y te escribí millones de cartas que nunca recibiste, llenas de tópicos del porno más manido, te decía: “Por favor Rebeca Linares, por favor fóllame”. “Dirígeme esa mirada de pasión interminable, sácame de esta realidad de mierda, donde todos me miran sin disimulo y se ríen de mí, en cada pasillo, cada esquina, cada cuarto de baño”.
Y, aún así, no sé si era tu cuerpo lo que más amaba o era tu valor. Entrabas en una habitación y te follabas a cualquier mujer, sin avergonzarte, sin miedo al rechazo.
Hubo un par de chicas por las que llegué a sentir algo, chicas que te alejaron de mí porque, de algún modo, mirar tus videos me hacían sentir infiel y yo me alejé de ellas víctima de un secreto inconfesable.
Nunca sabré lo que hubiera pasado si me hubiera acercado a ellas, nunca lo hice. Sólo dejé pasar el tiempo, vomitando y engordando sin remedio, diciendo: “Este cuerpo no es el mío”.
Hasta que un día te operaste los pechos, porque todo el porno obliga a las MILF a tener pechos enormes, irreales. Tan irreales como supongo que era la imagen que yo tenía de ti.
A veces, hablo de ello con mi psicóloga de lo que significabas para mí y la manera en que el significante cambió el significado, porque ya no eras libre, eras una más, como yo, como tantas, que sólo nos dejamos llevar por la corriente, por esa terrible infección de aquellos que, como yo, fuimos incapaces de aceptarnos cuando los demás no lo hacían.
