Princesa / Pequeño demonio
Princesa
Princesa desnuda
cuéntame un cuento
y, después,
deja que duerma a tu lado.
Deja que yo me preocupe por el futuro
tú sólo descansa
y asegúrame que no vas a cambiar nunca.
Que la vida no te tocará
en nuestro mundo de fantasía.
Literatura muerta, quizá
retazos de poemas que nadie lee,
para ellos son sólo palabras
y para nosotros todo un mundo.
Pequeña princesa
que sonríe a la luna,
mientras las estrellas vuelan
y la ciudad llora.
Y, siempre que me preguntes si te quiero,
tendrás la misma respuesta:
Sí, incondicionalmente.
Porque eres incondicionalmente mía.
Porque llenas mi mundo de alegría
y de dolores de cabeza.
Sirena en el agua,
emperatriz en el desierto,
en los castillos helados
y en palacios de cristal.
Nunca te acerques a la ciudad,
rechaza su contaminación,
tóxica, moral y acústica.
No dejes que el mundo te cambie.
No crezcas.
Enfádate desproporcionadamente por cualquier tontería.
Duerme sólo cuando tú quieras.
Y nunca dejes de sonreír.
Pequeño demonio
Naciste para acabar con la paciencia de cualquiera.
En algún lugar, el demonio decidió que tú fueras nuestra
y nosotros tus rehenes, desarmados ante tu encanto mortal.
Siempre que te digamos una cosa, harás la contraria
es tu naturaleza,
y, tu obligación, darle la vuelta a nuestro mundo.
Eso y pedir chicles y chocolate todo el tiempo,
comer más que una piara hambrienta,
obligarnos a malgastar el tiempo
que podríamos haber invertido
en terminar la sagrada familia
en ir a los columpios,
y correr más que el hijo del viento.
Porque todo lo haces así;
pasas por nuestras vidas como un terremoto
y se supone que debíamos estar preparados.
Pero, te confieso, pequeño demonio:
No lo estamos.
Ni de lejos.

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