Soy la versión comercial y la censurada,
la edición bilbaína, la mallorquina y la japonesa.
El que existe y el que imaginas.
El que nació, murió y resucitó al tercer día.
El que se colgó en la cruz tantas ocasiones,
sólo para que le prestaras atención.
Músculos, huesos y grasa, mucha grasa.
Soy quien se activa cuando es de noche y pasa el día mirando al infinito.
El que desconoce a la persona que era ayer, hace diez años, en el albor de la existencia.
Aquél del que no te puedes beber su sangre; poblada de sustancias nocivas.
La persona que siempre quiere hacerlo bien e invariablemente se sale de la línea trazada.
Soy las creencias que te avergüenzan,
las mentiras que te repites antes de dormir.
Soy la pena,
el dolor y la nada.
Orden e inventor de horarios.
Quien sólo se avergüenza cuando tú no estás delante.
Soy santo y pecador,
vendo falsedad y salvación,
apartamentos en la Costa Brava
y coches de segunda mano.
La mayor estafa piramidal,
las esperanzas vanas,
los placeres inexplicables y delictivos,
el onanismo que juega al escondite,
el olor de tus escrementos,
la vida eterna,
el sabor metálico de la sangre de tus víctimas,
los miles de realidades ocultas,
las mujeres de vida disoluta,
el desamor al que te aferras,
el alcoholismo persistente,
la ludopatía destructora de entrañas,
el tabaquismo que adorna quinientos tipos de cáncer,
la violencia policial,
el terrorismo ciego, creencias desesperadas,
el sexo como vehículo de infecciones,
los números rojos,
móviles de última generación,
la venta a plazos,
y el estigma de las clases populares,
Inventé el intelectualismo
las canciones del verano,
el sentido de la vida
y la mentira a la que te aferras.
Reniega de mí,
te someteré a las peores torturas.
Puedo destruirte de un sólo golpe
pero lo haré poco a poco,
como hago conmigo,
pues te cree a mi imagen y semejanza.
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