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Las vidas alternas

Los que no vivieron

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Las vidas alternas

Opuesto

Opuesto. Soy yo, el destructor de mundos. Las ideas sin hogar y las batallas perdidas. Las ilusiones sin fin, truncadas; todo aquello que parece poder tocar la realidad. Lo que planificamos con tanto esmero. La imagen convertida en el monstruo que tanto odiamos: La derrota, la vergüenza, el fracaso. La violencia de la mente indecisa y la necesidad del olvido.

Lo que en realidad no importa, lo que es pasado, lo que ya no nos puede hacer daño aunque creamos lo contrario, la viceversa, los caminos que cruzamos, los que nunca creímos que existieran.

Los que se chocan al cruzar con la realidad y los que nos hacen sonreír.

La sonrisa que no se borra y la que desaparece de manera inesperada.

Ese discurso que vemos tan claro y no nos convence. La ley de la posibilidad y la potencialidad. El precio que no estamos dispuestos a pagar por lo que quizá sea posible. Lo que deseamos y lo que debemos hacer. Las contraposiciones y valores binarios. Las mentes complejas y las decisiones que son de todo menos fáciles.

Y te repites: primero lo pienso y después sucede. Y lo piensas y no sucede, ni sucederá. Y te desesperas.

No quieres darte cuenta de que lo que no sucede a veces es comedia y otras tragedia, como la vida misma.

Por más que lo anheles el final nunca llega. Nunca podrás decir hasta aquí, no podrás descansar.

No es tu momento para olvidar, ni para descansar, ni para rendirte. No es el momento de revolcarte en la desesperanza. Ya no importa la esperanza. Éste es el momento de hacer.

Lo que sea, da igual, sólo sigue adelante. Por favor.

Y ahí, encerrado con tus ideas puede que pienses que estás solo. Te empeñas, convencido de que esa melancolía es lo único que te queda. Pero yo estoy ahí, cada día a la misma hora, esperando a que salgas.

Opuesto de mirada triste, nunca seremos realidad.

Pero sé que más pronto que tarde saldrás y te pintaré en un retrato sobre todos esos colores tan intensos que duelen porque brillan.

Me llevarás contigo donde quieras y será mi lugar preferido.

Vestirás de negro y no sólo te acompañará tu laconismo y tu expresión impertérrita.

Podremos discutir sobre todas las cosas y me prometerás que nunca llegaremos a un acuerdo.

Cenaremos, alcanzaremos con el alcohol el grado exacto de calidez.

Pasearemos por las calles desiertas, como si fuera el último día en la tierra y no encontráramos ni rastro del tan temido juicio.

Seremos iguales en nuestra desnudez.

Disfrutaremos juntos, desposeídos del ahínco en la búsqueda de la felicidad.

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Luces, Sombras Destructor de mundos, Klee

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