No matarás
Todo el mundo tiene un pasado y, por supuesto, Mario Casas también. Siempre habrá algún voluntario dispuesto a recordárselo, sacar a relucir al chulito de series y películas destinadas al público adolescente.
Y poco importarán sus colaboraciones con algunos de los directores más interesantes de la cinematografía patria o su tendencia a aceptar papeles más allá de los límites de su zona de confort. No matarás es un buen ejemplo de ello.
Todo el mundo tiene una opinión. Yo, por mi parte, creo que es un actor que siempre lo ha dado todo y, aunque muchas veces se haya pasado de intenso y haya corrido, involuntariamente, en la dirección contraria a la hora de interpretar sus papeles, con el tiempo ha aprendido a contenerse y a desarrollar estrategias que le han convertido en un rostro imprescindible en un panorama cinematográfico poco dado a dar más de un par de oportunidades a sus jóvenes promesas.
No obstante, no estamos (sólo) ante la nueva batalla de Mario Casas para demostrar su valía y ser tomado en serio. Y no importa si se pone intensito en algún momento, porque precisamente si algo caracteriza esta película es su intensidad. Es la llama de una cerilla que prende tras varios intentos para después explotar y, finalmente, ir desapareciendo poco a poco sin dejar de arder.
En ella Mario Casas interpreta a Dani, un chico alejado del mundo exterior del que se protege con la música que no deja de sonar en sus auriculares, entregado en cuerpo y alma los últimos cinco años a cuidar de un padre incapacitado suponemos por alguna enfermedad terminal. La película empieza tras la muerte de éste. Poco a poco, Daniel ha ido olvidando sus sueños, todas esas cosas que se había perdido, tras años de sacrificios y renuncias.
Pero, gracias a la ayuda de su hermana (Elisabeth Larena, en un papel que destaca por su sensibilidad), decide que ha llegado el momento de dar un golpe de timón. Sin embargo, el miedo le paraliza en el último momento, cuando estaba a un toque en la pantalla de su móvil de cambiar su vida, sentado en un bar donde conoce a una joven (acojonante en todos los sentidos la interpretación de Milena Smit) que le obligará a hacerlo de una manera inesperada y brutal.
En la primera parte de la película vemos como Mila “obliga” a Daniel a cruzar líneas rojas, una tras otra, hasta que llega a aquella en la que ya no puede darse marcha atrás. Quizá el problema que le veo a la película es que, a partir de ese momento, queda atrás esa especie de instinto que me decía que me encontraba ante una versión hardcore de Jo, qué noche y la película deriva por derroteros más convencionales.
No obstante, No matarás sigue siendo hasta el final un coctel explosivo de ansiedad y adrenalina que te mantendrá alejado de la pantalla del móvil (a no ser que la estés viendo ahí).
Y lo mejor es que acabará antes de que la llama se consuma.
Lo mejor: El trío protagonista.
Lo peor: Algunas escenas de acción un tanto confusas por esa manía de marear la cámara.