Mis viajes al fin de la noche(XIII): Verso mínimo
Debo aprender
a vivir contigo
y a vivir sin ti.
A mirar dentro,
sin dejar
de mirar
fuera,
donde tú estás.
A tomar decisiones
conjuntas
y también
por mí mismo.
A no sufrir
cada vez
que te escriba
y no estés
en línea.
A no chocar
siempre
cuando escucho
coros
de sirenas.
No sólo
a quererte
sino
también
a que sientas
que lo hago.
Debo aprender
tus peculiaridades
a la hora
de recibir
sexo oral.
Todos tus pliegues,
detrás
de las rodillas,
entre el muslo
y tu trasero.
Píntame
un dibujo
en papel
blanco esperma.
Destrózame
al amanecer
clava
tus dientes
en mi piel.
Dibújame
una poesía,
blanda
e imperfecta,
igualmente
fascinante.
Debo sentir
el sol,
que eres tú
iluminando
mi ciudad.
Debo rebelarme,
aprender
a discutir,
saber que,
después
de cada pelea,
siempre volverás.
Existiré
en todos
tus mundos.
Existirás
no sólo
en
mi recuerdo.
Serás
verso mínimo,
refugio máximo.
Aprenderé
a dejarte
notas de amor
escritas
en la puerta
de la nevera
cada mañana.
Escupirás
sobre mí.
Ensuciarás
mi mundo.
Limpiarás
mi mente.
Sabré
que soy yo,
que existo,
que camino.
Tuve
una vida
dura.
Un pasado
turbio
antes de ti.
Fui la tormenta
y tú
mi relámpago.
Nadaremos
hacia
el horizonte.
En el mar
desteñirán
nuestras arterias,
rojo sangre, peligro manifiesto,
al contacto de nuestros cuerpos,
agua que nunca apagará nuestro fuego.
Y no olvidaré lo que me dijiste
a partir de ahora debería moverme con total libertad,
nunca desmerecer lo cotidiano,
dejar que el lector busque entre los huecos
y alargar las frases,
las palabras
y las letras.
Hasta que no quede un solo espacio de mi alma que no haya sido escrito.
Habrá tantas interpretaciones como lectores,
mas la única que cuenta es la tuya.
El agente S.
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