Los finales felices
Aquella noche
decidimos pintar
todas las paredes
de chocolate.
Acabamos exhaustos
y, antes de irnos a dormir,
juntamos nuestros labios
y sentimos una descarga eléctrica.
Después nuestras lenguas
acabaron rozándose con suavidad.
Era una noche de invierno
y, por primera vez en tu vida,
no estabas congelada.
Aún así, nos metimos en la cama,
olía a nuestro sudor y sábanas recién lavadas.
Te tumbaste a la izquierda
y yo te abracé por detrás
sólo para sentir tu calidez.
Un mal sueño me hizo despertarme,
alargué el brazo y todavía estabas ahí.
Se disolvieron entonces todas mis pesadillas
y, decidí, por primera vez, no abusar de los psicofármacos.
Recuerdo aquella vez que me preguntaste
por qué los tomaba a todas horas.
Yo te contesté que porque siempre estaba enfadado.
Y, ante una avalancha de preguntas,
Nunca supe decirte el motivo exacto.
No pude dormir durante un tiempo,
Me levanté y alimenté nuestras plantas
con las gominolas que crecen en los árboles del jardín.
Después me hice un café,
mucha leche y mucho azúcar.
Ni la más mínima gota de alcohol.
No porque no lo necesitase,
sino por no romper la noche
ni despertarte con olor a decepcion.
Y volví a acostarme a tu lado,
y con tus manos diminutas me tocaste la cara,
te diste la vuelta
y volviste a roncar de aquella manera tan encantadora.
Y la luna dio paso al amanecer.
El sol de la mañana amenazaba con tocarnos
Intentaba entrar a través de nuestros ojos cerrados.
Eran nuestras primeras vacaciones
en doscientos años me dijiste:
cierra la ventana y vuelve a la cama.
Y pude ver a los hombres de negro esperándome,
preparados para llevarme a un nuevo infierno,
cuando todo acabara.
Intenté decírtelo pero me pusiste un dedo en los labios.
Porque era aquella una mañana soleada,
Y no sentíamos ningún ruido,
ninguno desde el mundo interior,
ninguno desde el mundo exterior.
Desayunaríamos pizza del día anterior,
Café y lameríamos las paredes,
Después de nuestras lenguas,
suave y delicadamente,
como si no pasara el tiempo
y nunca más necesesitáramos nada
que pudiera obligarnos a salir.
