Pobres infelices
que mueren
a dos
o a dos mil kilómetros
de distancia.
Pobre impacto
de miserables despersonalizados.
Gotas en el estrecho,
casas destrozadas
y vidas en ruinas.
Observa el sol
una piel que ya no arde.
No desfallecen,
ante la desnutrición,
ya perfectamente asimilada.
Dicen que sueñan
con mansiones de plata y cristal.
Sus hijos van a morir a la playa
y, mientras se ahogan,
consumen tu bienestar.