Skip to content

Las vidas alternas

Los que no vivieron

  • Newsletter
  • Contacto
Las vidas alternas

Imperativo

Imperativo

Estoy construyendo un cohete.
Para ir a las estrellas.
Para acercarme a ti.

Esta mañana en el parque
me enseñaste unas hojas.
Volaban de una manera peculiar.

Me ordenaste mil veces
que no las intentara coger.
Con esa manera que tienes
de pedir las cosas.
Porque las niñas,
la primera forma verbal que aprenden
es el imperativo.

Y aún así, cada vez que te ven
todos los árboles del parque
aplauden con sus ramas.

<iframe width=”560″ height=”315″ src=”https://www.youtube.com/embed/5Mr_VkAXWZA” frameborder=”0″ allow=”accelerometer; autoplay; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture” allowfullscreen></iframe>

Me gusta que me llames a todas horas,
aunque a veces sienta el deseo
de enviarte a otra dimensión
al menos un par de horas.

A veces te engaño.
Porque no me canso de que me pidas
que te lleve en brazos a todas horas.
Y a veces te castigo prohibiéndote cosas
que, en definitiva,
no te iba a dejar hacer.

Porque es más fácil,
me siento menos culpable.
Porque me paso el día
pensando:
¿Cómo lo hago?
¿Quién quiero ser realmente para ti?

Sólo tengo una cosa clara:
eres mía,
siempre lo serás,
pase lo que pase,
incluso aunque, a veces,
me saques de mis casillas
siempre me dolerá verte sufrir.
Me sentiré inútil e impotente.

Imperativo

Pero sólo hasta que se te pase la rabieta,
te abraces por debajo de mi cintura
y me sonrías como si nunca hubiera pasado nada.

Y, entonces, me olvido de todas las veces
en que me sacas de quicio,
de cuando te da por saltar encima de la cama
cuando mamá y yo todavía estamos acostados,
de la historia interminable
que protagonizas cada vez
que te ponemos un plato encima de la mesa,
de los lloros que parece que no van a terminar nunca
y de las facetas de mi vida anterior
que ya apenas recuerdo.

La sangre no tira,
no es ningún imperativo,
la sangre no sabe lo que es querer,
sólo pasearse entre venas y arterias,
llegar al corazón e iniciar el viaje de nuevo.

Tú eres quien tira de mí,
porque permíteme ser pesado,
siempre serás mía,
siempre seré tuyo,
siempre seremos los tres una familia.

Harás cada día algo que nos haga sonreír
o reír abiertamente.
Nos sorprenderás con tus razonamientos.
Nos desesperaras cuando te olvides de los colores.
Sufriremos cuando estés enferma.

Y, todo eso, todo lo que he dicho antes,
no importa,
hemos renacido contigo.

(Nota: Estas líneas no sólo van dedicadas a ti, sino también a quien ha sabido perdonarme y seguir adelante, y a mis padres, que a pesar de todas mis complicaciones siempre han estado ahí. Os quiero. )

Entradas sugeridas:

Pequeños gigantes de oxígeno puro

Un tesoro en tierra firme

Amor en 140 metros cuadrados

Las luces alternas

Maniobras orquestales en la oscuridad

Entrada en poémame

Imprimir

Si te ha gustado el artículo suscríbete a nuestra Newsletter para recibir actualizaciones semanales de nuestros contenidos.
Privacidad *
Privacidad

Revisa tu bandeja de entrada o la carpeta de spam para confirmar tu suscripción.

Luces Adopción, Amor, Klee, Paternidad, Sufjan Stevens

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

2018 - Senén Rubio Zubiaga

Idealist by NewMediaThemes

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies

Suscríbete

Si te ha gustado el artículo suscríbete a nuestra Newsletter para recibir actualizaciones semanales de nuestros contenidos.
Privacidad *
Privacidad

Revisa tu bandeja de entrada o la carpeta de spam para confirmar tu suscripción.