Desde un lugar inexistente
La noche no se decide por la tormenta.
Te has ido y el mundo sigue girando,
como si fuera posible
que lo único importante que ha sucedido
resultara indiferente al universo.
Y, de entre todas las mentiras,
sólo me pregunto si,
desde el lugar en que ya no estás,
sigue despierta tu imaginación.
Si pueden volver a tu mente
todas aquellas palabras
que nunca llegaste a leer.
Tantas y tantas cartas de amor
que siguen encerradas en un portafolios
decorado con rejas de metal.
Siempre pensé que, de haberlas leído,
te hubieran parecido ridículas.
Te habrías podido incluso reír
de la desastrosa manera
en que describía mis sentimientos.
Aunque hubieras sigo amable, seguro,
como lo ha sido con ese cáncer
dejando que se apropiara,
una por una, de todas tu células.
Y entre todas las mentiras
que han surgido tras la metástasis,
pienso, por un momento,
que desde allí donde ya no estás
has podido leerlas e imaginarnos
perdiéndonos en el corazón del casco antiguo
y besándonos en cada una de sus sombras.

Tendríamos dieciséis años y toda la vida por delante.
A ti ya no queda ningún sueño frustrado,
a mí demasiados, pero, entre todas las falsas historias
que nos contamos acerca de del otro mundo,
todavía conservo la esperanza
de que exista una dimensión
donde uno de esos sueños por fin se haya cumplido.
Entradas similares: