Skip to content

Las vidas alternas

Los que no vivieron

  • Newsletter
  • Contacto
Las vidas alternas

Categoría: Televisión

Comedias de Situación

2018-04-29

Convendrán conmigo en que podríamos situar el acta fundacional de lo que ha venido a denominarse época dorada de la televisión en 1999 con el estreno de Los Soprano. Desde sus títulos de crédito la serie de David Chase consiguió revolucionar el mundo de la televisión, y esa revolución continuaría pocos años después con David Simon y The Wire, la que el mes pasado en la votación de mejores series realizada por los críticos de esta redacción, obtuvo el primer lugar como mejor serie de la historia.

Yo no estoy muy de acuerdo con eso pero, por favor, sigan leyendo.

Se desechó el término de industria del entretenimiento y comenzamos a hablar de productos culturales, de creadores y de fenómenos de culto. La programación comenzó a diversificarse, siguiendo las directrices marcadas por unas estrategias de mercado que acabó por romper en mil pedazos la unidad de las familias entorno a la caja tonta. Aparecieron productos culturales dirigidos a un público concreto, porque no se trataba ya tanto de conseguir grandes datos de audiencia como de captar a espectadores de altos niveles culturales y económicos que no sólo dejaran de despreciar la mayor parte de lo que se emitía en la televisión sino que pudieran permitirse pagar los productos premium de las compañías que podían generar mucho dinero en publicidad.

Hoy en día además, con la gran proliferación de pantallas consecuencia del desarrollo tecnológico se ha hecho posible que en una familia de cinco personas se estén viendo cinco programas diferentes. Se habla de televisión tradicional, de plataformas de contenidos (culturales), incluso podríamos meter en el saco otras como Youtube donde los adolescentes se pueden convertir en estrellas, sin ejecutivos ni asesores. Ahora las cadenas saben si usted es o no su público objetivo y, en muchas ocasiones, saben que ni conecta ni le agradan los contenidos que emiten pero, sinceramente, les da igual: usted no forma parte de su nicho de mercado.

Mejor centrarnos y decir que en el mercado de series actuales proliferan cada vez más la profundidad y el manierismo, los cliffhangers que no necesariamente nos tendrán esperando hasta la semana que viene: como ya no existen los horarios podemos pasarnos las tardes y madrugadas viendo un capítulo tras otro. Y los community managers fomentan el debate en Twitter, que es el lugar donde nace la expectación y se desarrollan las diferentes corrientes de opinión.

Usted y yo rondamos los cuarenta, y pertenecemos a una generación de individuos que en su juventud tenían que recurrir a los libros para definirse como consumidores de productos culturales, que lucharon por promover su individualidad y curiosamente acabaron obsesionados con una cultura uniforme que retorna una y otra vez a la niñez y a la adolescencia.

Dentro de veinte años, para los que ahora tienen veinte, será muy difícil encontrar un referente tan efectivo como El Equipo A o El coche fantástico, porque no hay horarios ni series de referencia, porque si el niño da el coñazo podemos entretenerlo con una tableta o dejarle pasar las fotos que tenemos alojadas en nuestros dispositivos móviles. Seguramente ni nos molestemos en ver con él algún coñazo infantil (a excepción quizá de Bob Esponja).

Los mejores hombres del ejército americano ya no lo dejan para hacerse soldados de fortuna. Sus intenciones no son tan claras como antes, sus caracteres mucho más complejos; esto no es entretenimiento, son cosas que los niños no entienden.

La nostalgia es un arma. No lo digo yo, lo decía Astrud. En los ochenta David Hasselhoff molaba de verdad y todos, en algún momento, nos referíamos a nuestro coche con el nombre de Kit. Se llevan los ochenta, pero no en un sentido estricto, vuelve la historia esta vez como parodia en la mayor parte de ocasiones, pero también en forma de sentido homenaje en películas como Super 8 o series como Stranger Things (1).

Quizá con el paso de los años perdamos en intensidad y ganemos en vergüenza ajena. Yo alucinaba cuando veía a aquellos extraterrestres comiéndose nuestras ratas. Aprendí a desconfiar de la gente del espacio, que casi nunca nos revela sus verdaderas intenciones. Y así aquel que parecía un buenazo, acababa convirtiéndose en Freddy Kruegger, el monstruo que reinaba en nuestras pesadillas.

Nuestras pesadillas. Los sueños compartidos. He podido comprobar que, si hago una encuesta entre personas que me llevan tres o cuatro años, la imagen que normalmente se les venía a la cabeza antes de dormir era la de un vampiro arañando el cristal.

Escogimos caminos diferentes, pero juntos llegamos a los noventa, época en la que todos conocíamos al dedillo los entresijos de la relación de Ross y Rachel. Les vimos declararse y romper mil veces y decidimos que en los noventa las que debían reinar eran las comedias de situación, porque nos emocionábamos con ellos, sobre todo con Chandler y Monica.

No es que no existieran antes ni que no existan después, ahí están Los problemas crecen o Cheers y, treinta años después, The Big Bang Theory o Como conocí a vuestra madre, pero yo recuerdo que me alimentaba de ellas. Daban alguna a todas horas y, aunque de diferente temática, todas acababan siendo similares. Veía Búscate la vida, Padres Forzosos, Cosas de casa, El príncipe de Bel Air, Matrimonio con Hijos, De repente Susan, Roseanne, Frasier, Seinfield, Primos lejanos y otras muchas que no recuerdo ahora.

Sé que usted y yo no éramos de Sensación de Vivir ni de aquella continuación, Melrose Place, cuyo nombre no recuerdo sin esfuerzo. Nos gustaban las comedias de situación, las clásicas, las que reunían una serie de elementos característicos:

Se centraban en las vivencias de un pequeño grupo de personajes cuyo límite era de cinco o seis, ya que no solían durar más de veinte o veinticinco minutos (1).

La trama, a pesar de existir un trasfondo de vivencias acumuladas, empezaba, se desarrollaba y terminaba en un último capítulo y, al final, todo volvía a la normalidad.

Se desarrollan en pocos escenarios: una casa, un bar o una oficina. Y las puertas nunca se cierran.

Cuando se enfrentaban a algún problema o trataban de saber por qué alguno de los otros personajes se comportaban de manera extraña, nuestros protagonistas recurrían siempre a las soluciones y elucubraciones más disparatadas.

¡La mayor parte de los personajes eran básicamente egoístas, al menos en lo que se refiere a la mejor tradición del género (2).

Las comedias de situación no han desaparecido ni desaparecerán, ya que existen pocos géneros que hayan profundizado tanto y con tanto acierto en la naturaleza humana. No obstante, han pasado a un segundo plano. ¿El motivo? Pues creo que se trata de que, como usted y yo sabemos querido lector, al referirme a la naturaleza humana me refiero a la de los demás, a aquellas personas que no pueden evitar tropezarse varias veces con la misma piedra, entregarse al amor aunque éste le haga sumergirse una y otra vez en las situaciones más humillantes que pueda imaginar o engañar a sus amigos haciéndoles creer que nuestros actos buscan su beneficio y no el propio.

Nosotros no somos como ellos. No nos dejamos engañar, seríamos incapaces de perdonar a ese amigo una y mil veces, aunque de algún modo nos satisfaga esa concepción inmanente de la amistad y del amor. Aunque nos derritamos cuando ellos se besan por fin, después de darle varias vueltas durante varios capítulos. Porque no creemos que exista nuestra media naranja, pero en la ficción dos personas sí que pueden estar predeterminadas, y perdonarse todo, desde una infidelidad hasta que sus celos provoquen que te echen del trabajo o algo peor.

Porque la redención no existe. El desarrollo de los personajes, tan necesario en nuestros productos culturales, tampoco. La gracia está en que nada cambie, o en que todo lo cambie para que nada lo haga. En saber que el protagonista, lo quiera o no, es un desastre y cuando vuelva a encontrarse en la misma situación, volverá a hacer lo mismo, volverán a perdonarle y volverá a divertirnos.

Que al final todos acabaremos juntos porque seguimos siendo una familia, y en una familia todo se perdona.

(1) La segunda temporada es un coñazo, no la vean.

(2) En este caso hay que señalar que las series españolas son la excepción, ya que en el caso de las más exitosas como Siete Vidas o Aquí no hay quien viva la duración llegaba a ser casi de hora y media, y los nombres en el reparto casi ilimitados. Supongo que esto se debe fundamentalmente a dos factores: la necesidad de entregar al espectador un producto que le tuviera entretenido hasta la media noche y la tradición española de las comedias corales en el cine.

(3) Lo que no quita que, en algunos casos, se utilizara el contrapunto. Por ejemplo, en Primos lejanos, donde el primo Larry era el urbanita contaminado por la cultura occidental y Balki Barkotomous el ingenuo inmigrante que siempre acababa dándole lecciones con su generosidad y ausencia de intenciones ocultas en todo lo que hacía.

Televisión Años noventa, Años ochenta, Comedia de Situación

Etiquetas

Adicciones (25) Adopción (6) Ahora: El fin del mundo (8) Albert Rivera (4) Amor (31) Angelus Novus (6) Barricada (2) Bárbara Ayuso (3) Carácter Destructivo (42) Cirujano Patafísico (4) Culpabilidad (28) Desamor (45) Desilusión (6) Despersonalización (12) Destructor de entrañas (22) Destructor de mundos (27) Dolor (18) Ernesto Bánegas (11) ETA (3) Fantasmas (2) Felicidad (15) Feminismo (5) Fragmento libre (11) Hefner (3) Heroína (4) Iglesia Católica (4) Klee (9) M. Rajoy (4) Melancolía (3) Mis viajes al fin de la noche (15) Nacho Vegas (4) Onanismo (6) Paternidad (22) Pensamiento críptico (7) Pesadillas (15) Plagiarismo (15) Recuerdos (48) Reflejos (41) Sangre (28) Siete canciones (7) Sufjan Stevens (3) The Cure (2) Trastorno Obsesivo Compulsivo (13) Twitter (5) Walter Benjamin (2)

Categorías

  • Actualidad (4)
  • Cine (4)
  • Citas (1)
  • Cuadernos de viaje lunar (3)
  • Editorial (2)
  • La canción del día (4)
  • Los que no vivieron (10)
  • Luces (84)
  • Manifiesto (15)
  • Noclasificables (19)
  • Poesía (2)
  • Relato (34)
  • Sombras (98)
  • Televisión (1)
  • Uncategorized (6)

Archivos

  • diciembre 2020 (1)
  • octubre 2020 (2)
  • septiembre 2020 (1)
  • agosto 2020 (4)
  • julio 2020 (2)
  • junio 2020 (6)
  • mayo 2020 (1)
  • marzo 2020 (2)
  • febrero 2020 (6)
  • diciembre 2019 (2)
  • noviembre 2019 (3)
  • octubre 2019 (6)
  • julio 2019 (1)
  • junio 2019 (14)
  • mayo 2019 (3)
  • abril 2019 (7)
  • marzo 2019 (16)
  • febrero 2019 (7)
  • enero 2019 (13)
  • diciembre 2018 (14)
  • noviembre 2018 (11)
  • octubre 2018 (9)
  • septiembre 2018 (8)
  • agosto 2018 (18)
  • julio 2018 (8)
  • junio 2018 (10)
  • mayo 2018 (29)
  • abril 2018 (17)
  • marzo 2018 (11)
  • febrero 2018 (3)

“Lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer. En el interín surgen infinidad de síntomas mórbidos”

Antonio Gramsci

Recomendamos

  • Poémame
  • Microroturas en Papel
  • El verdadero Blog del verdadero Jokin
  • Y ahora se pone a llover...
  • Adella Brac
  • ATHALIA LA LÍA

Reto cinco líneas

reto-5-lineas-adella-brac

Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

2018 - Senén Rubio Zubiaga

Idealist by NewMediaThemes

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies

Suscríbete

[mailpoet_form id="2"]