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Las vidas alternas

Los que no vivieron

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Categoría: Verso libre

Circunloquio (esa persona no era yo)

2023-05-08

Circunloquio

“Jimmy Stewart said he stopped making movies because he didn’t like the way he looked on screen anymore.
I’m more the guy who says I look like hell but I’m going to see where it gets me”
Tom Waits

Circunloquio

Sin existir duele,
sin tocarnos muerde,
sin pensarlo ahí está
y, cuando intentas tocarlo,
simplemente desaparece.

Dejo abiertas puertas y ventanas
por si quisiera volver,
por si tú y tantos otros tú,
quisierais vernos de nuevo.

Pero ya es tarde,
perdimos nuestro tiempo y lugar,
aquel espacio que sólo había para los dos,
sillas sentados mirando,
al atardecer,
como el sol se esconde,
divagando la madrugada
y bostezando nuestras tristezas.

Lo siento,
escogí no quererte cuando tú si lo hacías,
no pude ser tu canción de amor
y no te sirve de consuelo
pero te diré que a mí también me pasó lo mismo.

Circunloquio


Circunloquio

Lo siento,
escogí mentirte y ocultar la verdad,
pero no te consiento reprochármelo
era mi mundo el que se estaba derrumbando.

Lo siento,
te diste la vuelta
fue mi culpa, ya lo sé,
pero he decidido que,
aunque no tenga motivos,
yo tampoco te perdono
el no haber podido enamorarme.

Lo siento,
se acabó el pasado
del que creíamos que algo quedaba,
seguimos hacia delante,
encontramos el precipicio
y yo decido tirarme
sin importarme
si me esperarás en la cima.

Lo siento,
mi corazón es hielo
y mi culpa un pájaro
que decidió volar del nido
abandonando a sus crías
aún sabiendo que iban a morir.

Circunloquio


Circunloquio

Y me siento un idiota disculpándome,
explicando una y otra vez
que yo no era yo, sólo ansiedad
y que los maníacos depresivos
nunca tenemos descanso.

Y me agarro a una botella de alcohol barato,
con tantos grados que cada trago
hace cocer mis órganos,
decidido a autodestruirme
porque quiero, porque la decisión es mía
y no de la gente que me quiere.

¿Por qué debería pensar en ellos?
Solo estaba cuando sufría
sin saber por qué
en un Madrid abandonado
desde un balcón
que miraba al cementerio,
nadie estaba conmigo
y ahora nadie me hace falta.

Y me voy durmiendo,
poco a poco, gota a gota,
despreciando este poema,
castigándole al eterno retorno,
dejándolo sin final,
como a todos los demás,
porque mañana ya no seré yo
y hoy me es imposible saber
cómo acabará el cuento.

Circunloquio


Praga (cementerio judío)


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Poesía, Verso libre Madrid, Praga, Rosalía

mi querida audrey…

2023-04-04

mi querida audrey

“Suéñame
lo que hay desde allí hasta aquí.
Suéñame
lo que nunca te pedí”
Los Enemigos, Sueña(por mí)

mi querida audrey

Sus entrañas,
su sangre,
estaban hechas
de nubes
de colores.

Mi cerebro
era gris,
y sólo sabía
que me gustaban
las tortugas.

Ella podía nadar
tan profundo,
como ellas,
darme la mano
y seguirlas
y dibujarme
una sonrisa.

En el fondo
del Mediterráneo
empezaba
a descongelarme
y pensar que
ojalá me enseñara
todos sus secretos
y ojalá me contara
por qué no
no salía corriendo
al verme.

Mil veces
la he imaginado
desnuda
y volando
como una golondrina
que camina
sobre mi cabeza
recordándome:
“Estoy aquí”.


audrey

Y al cielo gritaba
cuál era su nombre
y, como no
me lo quiso decir,
yo le llamaba audrey,
así en minúscula,
porque si no,
no sería especial.

Quedábamos en Conejera
casi todas las noches.
Ella me traía tesoros
que encontraba
debajo del mar.
Yo le contaba
mis historias de pirata
y decía:
“He mentido,
he sangrado,
he robado y he matado,
sólo por conseguir
droga y alimento
para llegar hasta ti”.

Después ella
me dejaba
poner mi cabeza
sobre sus muslos
y, acariciando
mi pelo enmarañado
me hacía sentir
que no era
un vengador tóxico.

Ni ella una superheroína,
ni teníamos
por qué enfrentarnos,
que podíamos buscar
nuestro destino
en la dirección
que marcaba la brisa.

Y ser mar
toda la noche
iluminados
por la luna y las estrellas
y, entre las olas,
acariciarnos suavemente
sin importarnos
qué corriente nos había unido
ni si mañana volvería a salir el sol
por el mismo lugar.



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mi querida audrey…

Puedes pedirme que te diga todas las mentiras del mundo pero hay algo que nunca podré negar, ni aunque me vaya la vida en ello, eso es: que nunca te amé.

Poesía, Verso libre Conejera, Los Enemigos, Mediterráneo, The New Pornographers

Por si decides volver (I): Te odio, te necesito (versión alterna)

2023-03-30

Por si decides volver (I): Te odio, te necesito (versión alterna)

“When I was young
It seemed that life was so wonderful
A miracle
Oh, it was beautiful, magical”
Supertramp, The logical song

Por si decides volver (I): Te odio, te necesito (versión alterna)

No necesito que vuelvas a explicármelo,
ahora está todo claro: tú no estabas obligada a quererme
ni yo a darle vueltas y vueltas a la cabeza
preguntándome por qué era tan poca cosa,
por qué no era suficiente para ti.

Sólo un apunte: no había necesidad de ser tan cruel.
Podrías haber contestado alguno de esos mensajes que te envié,
aquellos que no tenían respuesta
y venían acompañados de una línea comunicando.

Podrías haber estado
alguna vez
en alguno de esos bares
que conocimos juntos.
Los mismos que he recorrido mil veces,
para despertarme a la mañana siguiente
casi sin fuerzas,
repleto de alcohol,
nicotina
y algunas otras sustancias.

Y hoy creo que me pasaré el día en la cama,
escuchando las mismas canciones que nos enamoraron,
recibiendo a viejos fantasmas que me presentan otros nuevos
en esta habitación de olor dulce a heroína.

Nunca pensé en enamorarme,
no creíamos en la existencia del amor,
tú y yo sólo éramos un vagón de tren
que conducía a una vía muerta.

Sabíamos que la vida nos separaría sin remedio,
que yo iba a resultarte demasiado torturado y triste,
creí que en algún momento ibas a decir basta.
Nunca pensé que disfrutarías tanto torturándome:

Por si decides volver (I): Te odio, te necesito (versión alterna)


Canciones de amor juvenil (I): Desamor y odio (Versión alterna)

“Te podría querer sí,
te podría querer quizá,
si caminaras de otra manera,
si te gustara otro tipo de música,

si no fueras tan torpe y despistado,
si fueras capaz de excitarme
cuando estoy enfadada”


Canciones de amor juvenil (I): Desamor y odio (Versión alterna)

Por si decides volver (I): Te odio, te necesito (versión alterna)

De la noche anterior sólo recuerdo
el olor del frío en mi chaqueta de cuero.
Del día de hoy sólo duermevela:
sueños que se convierten en pesadillas al despertar.

Y todos esos malditos tópicos:
la cama vacía,
las mantas que apestan,
porque tengo miedo de lavarlas
y que así pierdan tu olor.

El recuerdo de un beso robado
en los jardines de Sabatini,
chupitos robados en un bar de Iturribide,
y una botella comprada
en el paqui de Marqués de la Fontsanta.

Sólo me queda la esperanza
de que un día vuelvas a buscarme
de amor desesperada,
cuando tú hayas perdido el camino
y mis letras llenen estadios.

Entonces te rechazaré,
sólo con la intención de besarte,
tanto y en tantos lugares,
que nunca dejemos de hacerlo.

Sé que no es real, no soy imbécil,
aunque estoy seguro de que tú sí lo piensas
y sólo espero que, si algún día lees estas palabras,
te arrepientas
y sientas tuyo
todo el dolor que has provocado,
que fuiste una zorra,
que no mereces nunca más
ser feliz, ni siquiera el recuerdo del amor.
Que la soledad parta tu alma.

Mientras eso no ocurra tengo un plan.
Salir algunas noches,
sobrevivir a las resacas,
fumar un cigarrillo tras otro,
vaciar mil botellas,
pincharme las venas
y entregarme al narcótico sabor de la eutanasia.

No me queda otra
Porque sé que nunca volverás,
que seguiré estando solo,
y aterrorizado ante la vida
y que a ti te dará igual
Porque no perderás ni un solo minuto
en volver a verme
y venir a salvarme.



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Poesía, Por si decides volver, Verso libre Extremoduro, Heroína, Quemando tus recuerdos, Supertramp, The Logical Song

Tu cumpleaños

2
2023-01-29

Tu cumpleaños

“No será peor de lo que era
No será peor, seguro que es mejor”
Los planetas, Cumpleaños total

Ayer fue un buen día
porque, por fin,
olvidé tu cumpleaños.

Porque no pasé la tarde,
móvil en mano,
pensando si llamarte o no,
si serías amable,
me preguntarías cómo me va
o, por el contrario,
te mostrarías lacónico y distante,
haciéndome ver,
como ya hiciste tantas veces
que ni siquiera te importaba.


Tu cumpleaños

Olvidé que tengo tu número memorizado
ahí, escondido para siempre
en un pequeño hueco de mi memoria,
ese lugar que me mortifica
recordándome que,
en esta vida moderna,
la presencia de otra persona
se reduce tan solo a una cantidad
de nueve dígitos aleatorios.

No te envié ningún mensaje,
no borré ninguno después de enviártelo,
ni envié nada del tipo:
“Feliz cumpleaños cabrón de mierda”.

No metí el móvil en un cajón,
dejando a posta un mensaje olvidado,
que te había enviado, ya sabes,
como sin querer,
como por efecto de un recuerdo repentino,
así como por casualidad,
porque lo tenía apuntado en el calendario
o me había saltado una alarma en ese Facebook
en el que, a veces estás bloqueado, a veces no.

No me pregunté porque era yo la que tenía que sufrir,
por qué yo no soy lo suficiente para ti
por qué en tus redes sociales pareces tan feliz
ella tiene los pechos más firmes
pero es imposible que la chupe mejor que yo,
que no puede ser, es imposible,
porque yo le saco diez años de experiencia.

Ayer decidí no imprimir alguna de vuestras fotos,
para romperla, apuntar con mis dardos o quemarla.
Los dos de vacaciones en algún lugar tranquilo,
disfrutando como en un anuncio de Coca Cola
tan sonrientes, tan agarrados,
protagonistas de un anuncio
sobre lo increíble que es estar enamorado.

Y yo, sí, ayer fue un buen día,
porque me olvidé de ti,
salí con mis amigas y me lo pasé genial,
me bebí más de la mitad de las bodegas de La Rioja
hasta que pasó la madrugada y llegué a casa
y no pude evitar volver a pensar en ti
y entonces volví a mirar el móvil una y otra vez,
y, al final, no pude evitarlo,
en fin, te dije: “Feliz cumpleaños, disculpa el retraso”

Y tú contestaste: “Gracias”.
Intenté continuar con la conversación,
preguntándote qué tal te iba,
dijiste: “Bien”
y, pensé que, en fin, soy gilipollas.

De verdad que lo soy.



Verso libre


Entrada en poémame


Tu cumpleaños

Poesía, Verso libre Franco Battiato, Los Planetas

La canción del mar

2023-01-11

La canción del mar

De pequeño jugaba sentado ahí donde la sombra duerme,
ahí, en esa parte del bosque donde el cielo no existe,
más allá de los rayos del sol cansados
que se colaban entre las ramas y los celajes.

Recuerdo claramente la hierba virgen,
Invisible, que me acariciaba los tobillos
mientras yo corría buscando flores
verdes, blancas y rojas,
los colores favoritos de mi madre,
quien las replantaba
enseñándome
que el secreto de la vida
se esconde entre la tierra y el agua.

Crecí obsesionado con una pregunta
que vino desde la distancia:
dónde nacen la tierra y el agua.
Y resultó que obtuve respuestas,
no en la ciencia
sino en las canciones
que los árboles susurraban
moviendo sus ramas encantadas.

Me dirigieron a un camino suntuoso,
cubierto de hojas, verdes, rojas, amarillas y moradas,
y una miríada de flores y criaturas
que nadaban en los ríos y manantiales,
aguas cuya melodía tantas veces,
sin éxito, los hombres trataron de aprehender.

Llegué a un claro de bosque
donde mis ojos se volvieron débiles
pues nunca habían sido expuestos a tal claridad.
Primero decidí fijar la vista en el suelo,
donde las mariquitas batían sus alas
y las abejas en enjambre con las flores bailaban.

Descubrí que aquellos insectos
no temían la muerte, el silencio absoluto,
porque era algo que no podían imaginar
ensimismados como estaban en sus tareas.
Yo, sin embargo, alcé la mirada
y sentí mi débil corazón la primera vez que vi el cielo,
el sol, la luna y las estrellas enamoradas,
las nubes y ese azul brillante que imitaban
las alas de los pájaros más audaces.

Algún viajante de aquellos que aparecían de tanto en tanto
me contó el secreto del cielo omnipresente,
que en realidad no existía, que no era más
que el reflejo de los océanos descomunales.

Sin embargo, me subí al más alto de los árboles
y parecía un lugar diminuto
pero el salitre se pegó en mi piel desnuda
y ese olor se convirtió en determinación
de caminar hasta el mar y descubrir
todos los tesoros que, entre algas,
flotaban bajo aquel manto azul
que los días de verano
brillaban como pepitas de oro.

Tomé una determinación y me encaminé hacia aquel lugar,
pregunté a los robles centenarios cuál era el misterio,
cómo podría abandonar las sombras que siempre me habían protegido
para emprender el camino que me llevara al mar.
Me contestaron que era imposible llegar allí a pie
y que yo no tenía alas para poder volar
ni branquias para respirar y luchar contra la corriente
de los ríos pedregosos y cristalinos.

Yo les contesté que podía escuchar la canción del monte,
de los manantiales, los ríos, los árboles y las montañas,
pero ellos me hicieron ver que mis frágiles huesos
serían incapaces de soportar el peso del camino
y los terribles secretos que la noche esconde.

Mi frustración devino tempestad,
aún siendo mediodía las nubes de ébano apenas nos dejaban ver
y la lluvia y el granizo cayeron sobre mí
cortando mi piel cruda, blanca, casi transparente.
El barro no me dejaba caminar apenas ver
los relámpagos y el fuego que me rodeaban.

Los árboles esputaban lágrimas y palabras
que quedaban olvidadas entre la resina que las cubría.
En un intento de protegerse de la destrucción
hicieron crecer sus raíces para así no desprenderse del suelo
y yo, que ya me había convertido en un muñeco de barro,
intenté gritar, pedir ayuda a todos los dioses
que ingenuamente pensé que siempre me habían protegido.

En medio del fin del mundo apareciste tú señor
y, en un esfuerzo supremo, conseguí gritarte:
haz que desaparezca el tiempo y la distancia.
Pasaron cientos de años, o así me lo pareció.


La canción del mar

Aparecí en una playa, tumbado boca abajo,
y me puse de pie, y surcando la arena llameante,
me metí en el agua y, por instinto,
intenté nadar hasta el fin del horizonte.

Hasta que finalmente me encontré flotando mar adentro,
con los oídos hundidos, el sonido de la calma.

Al cerrar los ojos pude escuchar, por primera vez,
venido del norte, el canto de las ballenas
que dominaban el reino marino
desde las aguas congeladas del Ártico.
Y, al mismo tiempo, en el Atlántico
las rocas, majestuosas e invencibles,
soportaban imperturbables el continuo golpear
de corrientes que capaces de alimentar todo un reino,
aquel de los animales que vivían pegados a ellas
escondidos en sus conchas mientras,
entre susurros me decían: escóndete
hazlo antes de que los tiburones huelan tu sangre.

Pero yo, flotaba y flotaba, ajeno a todo,
al miedo, a la soledad y al olvido
a las olas gigantes del índico
que había escondido grandes tesoros en sus entrañas.
Ni siquiera subyacía en mi mente
el sempiterno deseo de fumar,
sólo flotar, dejarme llevar por la corriente,
hasta el pacífico, en cuyas noches
niños de ojos rasgados se atrevían a lanzarse al agua
que, por efecto de las medusas y los corales,
constituían una zona de baile obligatoria
donde todos los peces movían las raspas
buscando un poco de calor y una compañía
que olvidarían pasados un par de segundos.

Nunca olvidaré la canción del mar.
No lo haré, por más años que viva.
Me quedan pocos ya, hace tiempo que,
como despertando de un sueño
un día de primavera, una mañana de sábado.


La canción del mar

El bosque ya no era infinito,
los pocos árboles que quedaban
apenas producían oxígeno
y, mi cuerpo,
hundido por el cansancio y las noches de insomnio,
incansable,
me comunicaban que ya poco quedaba de mí
apenas un soplo de energía
la necesaria para cavar una tumba
entre las raíces del primer árbol que recuperó sus hojas.

Hundí mi cadáver entre la tierra
y sus tiernas raíces me abrazaron,
llevándome a un sueño profundo,
del que algunas veces puedo regresar.
Y escuchar de nuevo la canción del mar.
Y soñar que esta historia vuelve a empezar
porque morir no es otra cosa
que volver a imaginar que estás vivo.



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La canción del mar

Poesía, Verso libre Nacho Vegas

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