“A las tres de la mañana hay un caos en nuestras almas Hay muchos cambios que hacer Suena letal, me quieren matar” Maren, Ojalá no sea verdad
De vuelta a la nada
Introspección.
Hace un tiempo que desaparecí, pero hoy algo ha decidido que tenía que volver.
No sé si soy el hombre que ya está de vuelta de todo o el niño asustado, si soy el fuego que no quema o la bomba de hidrógeno que destruye todo lo que encuentra a su alrededor, si soy amigo o enemigo, porque ahora ni siguiera sé contra quién estoy peleando.
De vuelta a la nada
Dudo incluso que la lucha haya servido alguna vez de algo, si nacimos muertos o sólo derrotados. Si la revolución fue un sueño o si algún día podremos volver a ver el mundo arder.
Si devorar el mundo produce sólo indigestión, si seré capaz de leer 20.000 libros antes de morir o, simplemente, de tomar la decisión adecuada, aquella que no me haga dudar ni perder el norte.
Vuelvo, en definitiva, sin que nadie me haya pedido que lo haga, sabiendo que tú, todavía. quizá nunca, me eches de menos.
De vuelta a la nada
Antes de lo más crudo del crudo invierno, cuando la nieve lo cubra todo y yo, desnudo, me tumbe sobre una cama de cuchillas heladas que corten mi piel en una miríada de pedazos invisibles, sin haber visto todavía el sol que, algún día permita juntarlo todo de nuevo que siga siendo el mismo pero de manera diferente.
De vuelta a la nada
Vuelvo, en fin, con nuevas palabras pero también más viejo.
Perdido en la confusión que generan las primeras canas…
Segundo movimiento: El diminuto destructor de mundos
El diminuto destructor de mundos
“La casa está que arde, y corre, se hace tarde, mi vida con Fiebre pronto va a saltar. Mi vida está que arde, la vida se me sale, mi vida con Fiebre pronto va a saltar. Soñé que me soñaba soñar que te abrazaba, mi vida con Fiebre, vida con Fiebre, mi vida con fiebre ayúdame a bajarla.” Chucho, Mi vida con fiebre
El diminuto destructor de mundos
“Te encanta autodestruirte y que los demás lo vean. Hazte un favor: Crece un poquito”.
Me lo dijeron hará veinte años, son palabras que se me quedaron grabadas. Aunque ahora no importa: Ya nadie espera nada de mí.
Sólo temen que vuelva a traspasar la fina línea que existe entre la depresión y la locura..
Alcohol y descontrol, se me ha apagado el cigarrillo, tengo mil mecheros y no funciona ninguno. Y, totalmente ebrio, apago la televisión lanzando con fuerza una silla del salón.
Necesito fuego mamá, dónde coño estará la caja de cerillas. No puedo pensar en otra puta cosa que no sea encontrar esa puta caja.
Podría estar haciendo cualquier otra cosa: dejar de beber todo el tiempo, impedir el regreso de algunos fantasmas. Pero no, estoy aquí, dispuesto a perderlo todo apostando en mi contra.
Ahora que ni ella ni nadie están aquí conmigo puedo hacer lo que quiera. Mear en las paredes y tirar botes de pintura roja sobre todos los muebles. Puedo apostar contra mí ahora que estoy dispuesto a perderlo todo.
Tú ya no estás mamá, ¿qué hora cosa puedo hacer?
Después de tantos años de drogas y medicación, me pregunto cómo soy capaz de recordar nada. Pero tengo recuerdos de ti, tan vívidos que se me asemejan lo único cierto que hay a mi alrededor.
Hay un espejo en mi habitación. Refleja mis ojeras, mis canas y esa barriga que tanto criticabas. Y las voces en mi cabeza me dicen que no pasa nada, que puedo viajar al pasado y volver a verte. Ser niño otra vez, volviendo a aquellos tiempos en que todavía nadie me había asestado una puñalada mortal.
Y, sólo por ese motivo, sigo llamando a un número de teléfono que la grabación insiste en decirme que no existe.
Tú deberías estar ahí, coger el teléfono y yo, al otro lado de la línea. Pero no puede ser, y no sé por qué, porque la muerte es un misterio, una dama sin rostro que, bajo sus mortajas, esconde misterios que nadie nunca podrá desvelar.
Y pienso que no merezco que me quiera nadie. Y pienso que no quiero que me quiera nadie. Y pienso también en no volver a querer a nadie,
nunca.
El diminuto destructor de mundos
A pesar de que también sé, que ella estará llamando a un teléfono que sólo comunica porque hace ya horas que tiré el móvil y sus llamadas por la ventana hacia el cemento gris.
Y, mamá, lo sé, sé que está preocupada pero he conseguido que deje de afectarme, Porque qué, mamá, que después de ti ya no merezco que me quiera nadie. Sólo puedo decirles: alejaos, porque sé que mi historia nunca terminará bien.
“Jimmy Stewart said he stopped making movies because he didn’t like the way he looked on screen anymore. I’m more the guy who says I look like hell but I’m going to see where it gets me” Tom Waits
Circunloquio
Sin existir duele, sin tocarnos muerde, sin pensarlo ahí está y, cuando intentas tocarlo, simplemente desaparece.
Dejo abiertas puertas y ventanas por si quisiera volver, por si tú y tantos otros tú, quisierais vernos de nuevo.
Pero ya es tarde, perdimos nuestro tiempo y lugar, aquel espacio que sólo había para los dos, sillas sentados mirando, al atardecer, como el sol se esconde, divagando la madrugada y bostezando nuestras tristezas.
Lo siento, escogí no quererte cuando tú si lo hacías, no pude ser tu canción de amor y no te sirve de consuelo pero te diré que a mí también me pasó lo mismo.
Circunloquio
Lo siento, escogí mentirte y ocultar la verdad, pero no te consiento reprochármelo era mi mundo el que se estaba derrumbando.
Lo siento, te diste la vuelta fue mi culpa, ya lo sé, pero he decidido que, aunque no tenga motivos, yo tampoco te perdono el no haber podido enamorarme.
Lo siento, se acabó el pasado del que creíamos que algo quedaba, seguimos hacia delante, encontramos el precipicio y yo decido tirarme sin importarme si me esperarás en la cima.
Lo siento, mi corazón es hielo y mi culpa un pájaro que decidió volar del nido abandonando a sus crías aún sabiendo que iban a morir.
Circunloquio
Y me siento un idiota disculpándome, explicando una y otra vez que yo no era yo, sólo ansiedad y que los maníacos depresivos nunca tenemos descanso.
Y me agarro a una botella de alcohol barato, con tantos grados que cada trago hace cocer mis órganos, decidido a autodestruirme porque quiero, porque la decisión es mía y no de la gente que me quiere.
¿Por qué debería pensar en ellos? Solo estaba cuando sufría sin saber por qué en un Madrid abandonado desde un balcón que miraba al cementerio, nadie estaba conmigo y ahora nadie me hace falta.
Y me voy durmiendo, poco a poco, gota a gota, despreciando este poema, castigándole al eterno retorno, dejándolo sin final, como a todos los demás, porque mañana ya no seré yo y hoy me es imposible saber cómo acabará el cuento.
“Suéñame lo que hay desde allí hasta aquí. Suéñame lo que nunca te pedí” Los Enemigos, Sueña(por mí)
mi querida audrey
Sus entrañas, su sangre, estaban hechas de nubes de colores.
Mi cerebro era gris, y sólo sabía que me gustaban las tortugas.
Ella podía nadar tan profundo, como ellas, darme la mano y seguirlas y dibujarme una sonrisa.
En el fondo del Mediterráneo empezaba a descongelarme y pensar que ojalá me enseñara todos sus secretos y ojalá me contara por qué no no salía corriendo al verme.
Mil veces la he imaginado desnuda y volando como una golondrina que camina sobre mi cabeza recordándome: “Estoy aquí”.
Y al cielo gritaba cuál era su nombre y, como no me lo quiso decir, yo le llamaba audrey, así en minúscula, porque si no, no sería especial.
Quedábamos en Conejera casi todas las noches. Ella me traía tesoros que encontraba debajo del mar. Yo le contaba mis historias de pirata y decía: “He mentido, he sangrado, he robado y he matado, sólo por conseguir droga y alimento para llegar hasta ti”.
Después ella me dejaba poner mi cabeza sobre sus muslos y, acariciando mi pelo enmarañado me hacía sentir que no era un vengador tóxico.
Ni ella una superheroína, ni teníamos por qué enfrentarnos, que podíamos buscar nuestro destino en la dirección que marcaba la brisa.
Y ser mar toda la noche iluminados por la luna y las estrellas y, entre las olas, acariciarnos suavemente sin importarnos qué corriente nos había unido ni si mañana volvería a salir el sol por el mismo lugar.
Puedes pedirme que te diga todas las mentiras del mundo pero hay algo que nunca podré negar, ni aunque me vaya la vida en ello, eso es: que nunca te amé.
Por si decides volver (I): Te odio, te necesito (versión alterna)
“When I was young It seemed that life was so wonderful A miracle Oh, it was beautiful, magical” Supertramp, The logical song
Por si decides volver (I): Te odio, te necesito (versión alterna)
No necesito que vuelvas a explicármelo, ahora está todo claro: tú no estabas obligada a quererme ni yo a darle vueltas y vueltas a la cabeza preguntándome por qué era tan poca cosa, por qué no era suficiente para ti.
Sólo un apunte: no había necesidad de ser tan cruel. Podrías haber contestado alguno de esos mensajes que te envié, aquellos que no tenían respuesta y venían acompañados de una línea comunicando.
Podrías haber estado alguna vez en alguno de esos bares que conocimos juntos. Los mismos que he recorrido mil veces, para despertarme a la mañana siguiente casi sin fuerzas, repleto de alcohol, nicotina y algunas otras sustancias.
Y hoy creo que me pasaré el día en la cama, escuchando las mismas canciones que nos enamoraron, recibiendo a viejos fantasmas que me presentan otros nuevos en esta habitación de olor dulce a heroína.
Nunca pensé en enamorarme, no creíamos en la existencia del amor, tú y yo sólo éramos un vagón de tren que conducía a una vía muerta.
Sabíamos que la vida nos separaría sin remedio, que yo iba a resultarte demasiado torturado y triste, creí que en algún momento ibas a decir basta. Nunca pensé que disfrutarías tanto torturándome:
Por si decides volver (I): Te odio, te necesito (versión alterna)
“Te podría querer sí, te podría querer quizá, si caminaras de otra manera, si te gustara otro tipo de música,
si no fueras tan torpe y despistado, si fueras capaz de excitarme cuando estoy enfadada”
Por si decides volver (I): Te odio, te necesito (versión alterna)
De la noche anterior sólo recuerdo el olor del frío en mi chaqueta de cuero. Del día de hoy sólo duermevela: sueños que se convierten en pesadillas al despertar.
Y todos esos malditos tópicos: la cama vacía, las mantas que apestan, porque tengo miedo de lavarlas y que así pierdan tu olor.
El recuerdo de un beso robado en los jardines de Sabatini, chupitos robados en un bar de Iturribide, y una botella comprada en el paqui de Marqués de la Fontsanta.
Sólo me queda la esperanza de que un día vuelvas a buscarme de amor desesperada, cuando tú hayas perdido el camino y mis letras llenen estadios.
Entonces te rechazaré, sólo con la intención de besarte, tanto y en tantos lugares, que nunca dejemos de hacerlo.
Sé que no es real, no soy imbécil, aunque estoy seguro de que tú sí lo piensas y sólo espero que, si algún día lees estas palabras, te arrepientas y sientas tuyo todo el dolor que has provocado, que fuiste una zorra, que no mereces nunca más ser feliz, ni siquiera el recuerdo del amor. Que la soledad parta tu alma.
Mientras eso no ocurra tengo un plan. Salir algunas noches, sobrevivir a las resacas, fumar un cigarrillo tras otro, vaciar mil botellas, pincharme las venas y entregarme al narcótico sabor de la eutanasia.
No me queda otra Porque sé que nunca volverás, que seguiré estando solo, y aterrorizado ante la vida y que a ti te dará igual Porque no perderás ni un solo minuto en volver a verme y venir a salvarme.
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies