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Las vidas alternas

Los que no vivieron

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Las vidas alternas

Categoría: Poesía

Mamá (II)

2023-06-03

Segundo movimiento: El diminuto destructor de mundos

El diminuto destructor de mundos

“La casa está que arde, y corre, se hace tarde,
mi vida con Fiebre pronto va a saltar.
Mi vida está que arde, la vida se me sale,
mi vida con Fiebre pronto va a saltar.
Soñé que me soñaba soñar que te abrazaba,
mi vida con Fiebre, vida con Fiebre,
mi vida con fiebre
ayúdame a bajarla.”
Chucho, Mi vida con fiebre

El diminuto destructor de mundos

“Te encanta autodestruirte
y que los demás lo vean.
Hazte un favor:
Crece un poquito”.

Me lo dijeron hará veinte años,
son palabras que se me quedaron grabadas.
Aunque ahora no importa:
Ya nadie espera nada de mí.

Sólo temen que vuelva
a traspasar
la fina línea que existe
entre la depresión y la locura..

Alcohol y descontrol,
se me ha apagado el cigarrillo,
tengo mil mecheros
y no funciona ninguno.
Y, totalmente ebrio,
apago la televisión
lanzando con fuerza
una silla del salón.


El diminuto destructor de mundos

Necesito fuego mamá,
dónde coño estará
la caja de cerillas.
No puedo pensar en otra puta cosa
que no sea encontrar esa puta caja.

Podría estar haciendo cualquier otra cosa:
dejar de beber todo el tiempo,
impedir el regreso de algunos fantasmas.
Pero no, estoy aquí,
dispuesto a perderlo todo
apostando en mi contra.

Ahora que ni ella ni nadie
están aquí conmigo
puedo hacer lo que quiera.
Mear en las paredes
y tirar botes de pintura roja
sobre todos los muebles.
Puedo apostar contra mí
ahora que estoy
dispuesto a perderlo todo.


Olabeaga

Tú ya no estás mamá, ¿qué hora cosa puedo hacer?

Después de tantos años
de drogas y medicación,
me pregunto cómo soy capaz
de recordar nada.
Pero tengo recuerdos de ti,
tan vívidos que se me asemejan
lo único cierto que hay a mi alrededor.

Hay un espejo en mi habitación.
Refleja mis ojeras, mis canas
y esa barriga que tanto criticabas.
Y las voces en mi cabeza
me dicen que no pasa nada,
que puedo viajar al pasado
y volver a verte.
Ser niño otra vez,
volviendo a aquellos tiempos
en que todavía
nadie me había asestado
una puñalada mortal.

Y, sólo por ese motivo,
sigo llamando a un número de teléfono
que la grabación insiste
en decirme que no existe.

Tú deberías estar ahí,
coger el teléfono
y yo, al otro lado de la línea.
Pero no puede ser,
y no sé por qué,
porque la muerte es un misterio,
una dama sin rostro
que, bajo sus mortajas,
esconde misterios
que nadie nunca podrá desvelar.

Y pienso que no merezco que me quiera nadie.
Y pienso que no quiero que me quiera nadie.
Y pienso también en no volver a querer a nadie,

nunca.

El diminuto destructor de mundos


El nervión

A pesar de que también sé,
que ella estará llamando
a un teléfono que sólo comunica
porque hace ya horas que tiré
el móvil y sus llamadas
por la ventana hacia el cemento gris.

Y, mamá, lo sé, sé que está preocupada
pero he conseguido que deje de afectarme,
Porque qué, mamá, que después de ti
ya no merezco que me quiera nadie.
Sólo puedo decirles: alejaos,
porque sé que mi historia
nunca terminará bien.



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Mamá


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Mamá

2
2023-05-31

Primer movimiento: La Muerte y la herida incurable

La muerte

“Aquí acaba la historia
del fin de un recital.
Aunque todo vaya bien,
que triste es el final.
Una vez me dijeron,
por favor escuchad,
‘que la mayor tristeza es ver
a un amigo marchar'”
Los Suaves, Cuando la música termina

O a una madre. La muerte

La Muerte, tal como todos la recordamos, es una mujer que lleva un vestido negro y una capucha del mismo color, manos de esqueleto, en las que porta una guadaña, y rostro desconocido. Hay quien la representa con el rostro de una calavera, quizá para darle un aspecto más agresivo y hasta dibujan una especie de sonrisa, como si se estuviera divirtiendo, aparentando ser un ente maligno, como de película de miedo, alguien de quien tuviéramos que huir, como si la misma idea de engañarla o esconderte de ella tuviera algún sentido.

Y es que la Muerte es una dama, pero no alguien. Su rostro es inexistente y, si pudiéramos quitarle la capucha, probablemente sólo encontraríamos vacío o quizá, con suerte, podríamos ver algo que jamás podremos comprender.

Así lo experimentó Thanos en los comics del Guantelete del Infinito. La Muerte tenía cara de mujer, sí, pero nunca se comunicaba directamente con el Titán loco y siempre mantenía la misma expresión. Thanos intentó llenar ese vacío reuniendo las gemas del infinito para matar a la mitad del universo. No tenía la motivación malthusiana de la películas, tan solo quería hacerle un regalo a su amada. Y, para desgracia de Thanos, fue un gesto inútil, ya que la Muerte no abandonó rostro inexpresivo, no sonrío, ni dio las gracias, ni siquiera le miró a la cara.

Porque la Muerte no disfruta matando.

Simplemente aparece. Se trata de una actriz secundaria, que en silencio se lleva los 21 gramos de los que hablaba aquella película de Iñárritu.

No, la muerte no tiene rostro. Si su existencia tiene alguna finalidad tampoco lo sabemos. Si nos va a entregar un regalo o ha venido a castigarnos. Si nos llevará a otro mundo o simplemente nos abandonará en la nada, ese lugar donde nunca más volveremos a ser conscientes de haber existido.


La Muerte

Y ninguno hemos sido jamás capaz de verla porque se reduce a una exhalación un suspiro, ni siquiera una pequeña milésima de una milésima de un segundo. Apenas te das cuenta. ¿De verdad ha dejado de respirar? Y ahí fue donde acabó todo. Sin pararte a pensar ni un momento en la Parca, porque ahí de lo que me di cuenta fue de algo más importante, de que después de su visita mamá ya se había ido, y la vida de toda mi familia había cambiado para siempre.

En realidad, me aferré a su cadáver, ya no tenía sentido contener las lágrimas.

Esto lo digo porque en sus últimos momentos, cuando estaba con la sedación, los médicos nos dijeron que ella todavía podía oír lo que se decía a su alrededor y que podía afectarle. Por eso, mi hermana y yo, le decíamos que estaríamos bien que ella se pondría bien y este verano todos nos iríamos de viaje para celebrar las bodas de oro de mis padres. Porque ella no pensó en ningún momento, ni en el hospital ni cuando la llevamos a casa que se iba a morir. Ignorando que tenía un cáncer de páncreas incurable, cuando volvió a casa sólo estaba contenta de haber vuelto a su cuarto pintado de aquel rosa tan bonito, de volver a estar con mi padre que siempre la había cuidado, desde los mejores hasta los peores momentos.

Y pensó que la vida continuaba de alguna manera y todo iría a mejor. Siempre fue una mujer optimista.

Por eso, cuando ella se fue, yo no noté ninguna presencia extraña en la habitación, ni tan siquiera un escalofrío. Porque la muerte viene y hace su trabajo. Nunca sabremos bien en qué consiste y yo tampoco pensé en ello. Sólo sabía que nuestra existencia es un misterio que nunca lograremos comprender. Y, entonces, durante unos minutos, sólo me fijé en que su ojo izquierdo había quedado medio abierto. Intenté cerrarlo y no lo conseguía. Joder cuanto odio aquel momento, porque fue la certeza de que su cuerpo había dejado de funcionar. La certeza de que ya no había nada más que hacer, de que los secretos que había compartido con ella ya nunca volvería a compartirlos con nadie más, de que no podía viajar al pasado y reparar las cosas que ya no tenían arreglo.

Pensé: Es mejor que haya sido rápido, que no haya sufrido.

La mierda de razonamiento que parece que puede justificar por sí mismo el hecho de que ya no estás aquí conmigo.

Pensé, al menos he podido despedirme. Pero, ¿en verdad lo hice?

Quiero pensar que al final, cuando deje de escribir sobre ello esté seguro de que sí. Quiero pensar que habré ajustado nuestras cuentas. Porque la cuestión no es que me haya despedido o no, sino la certeza de que no podré olvidarte y que niego a aceptar que ya te has ido.



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Con el izquierdo

1
2023-05-13

Con el izquierdo

“No sé qué dijiste pero tengo miedo.
Lo estoy intentando, no lo recuerdo”
Barricada, Con el izquierdo

Con el izquierdo

Descontrol. Las voces en mi cabeza vuelven a pelear. Una me dice que te busque en mis recuerdos, la otra que se me ha dormido el pie izquierdo y no me podré levantar.


Lo peor del viaje al centro de la locura es que, dentro de ese tren, siempre hay una rejilla por donde se cuela la luz suficiente para que, en el fondo, seas perfectamente consciente de lo desequilibrado que estás.


Hay una tercera voz te que grita: ¡Reacciona! Pero eres incapaz de obedecer.


La genialidad de ayer, todos tus cumplidos, son hoy papel mojado. Y no recuerdo, exactamente, que es lo que decías ayer.


Tu cara sin rostro, que me habla sin mirar me confunde, y la rejilla me dice que tengo que huir. Pero no puedo porque se me ha dormido el pie izquierdo y estoy atrapado en este camastro.


Con el izquierdo


Hace frío y sólo tengo dos finas sábanas con el escudo del hospital bordado. Se escuchan voces fuera de la habitación, debería salir huyendo de aquí, pero todas las puertas están cerradas.


Algo me dice que tendría que echar a correr pero, ya sabes, mi pie izquierdo y mis pensamientos congelados de clonazepam me recuerdan que la puerta de la habitación está ahí cerca, casi al alcance de la mano pero también lejos a miles de años luz de este planeta.


Y me pregunto si alguien aquí es capaz de pensar como yo, no lo mismo, sino de la extraña manera que yo lo hago.


Empiezo a gritar y, cuando creo que nadie me escucha, llegan gigantes vestidos de blanco que me atan a la cama. No puedo mover brazos ni pies, más clonazepan, me duele el pie izquierdo, quizá se esté despertando.


Y tú, flotando en la habitación, mirándome sin ojos y recordándome que las bellas palabras que me dedicabas ayer hoy no son mas que pesadilla.


Con el izquierdo


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Cuadernos de viaje lunar, Plagiarismo, Poesía, Prosa poética Barricada, Clonazepam

Circunloquio (esa persona no era yo)

2023-05-08

Circunloquio

“Jimmy Stewart said he stopped making movies because he didn’t like the way he looked on screen anymore.
I’m more the guy who says I look like hell but I’m going to see where it gets me”
Tom Waits

Circunloquio

Sin existir duele,
sin tocarnos muerde,
sin pensarlo ahí está
y, cuando intentas tocarlo,
simplemente desaparece.

Dejo abiertas puertas y ventanas
por si quisiera volver,
por si tú y tantos otros tú,
quisierais vernos de nuevo.

Pero ya es tarde,
perdimos nuestro tiempo y lugar,
aquel espacio que sólo había para los dos,
sillas sentados mirando,
al atardecer,
como el sol se esconde,
divagando la madrugada
y bostezando nuestras tristezas.

Lo siento,
escogí no quererte cuando tú si lo hacías,
no pude ser tu canción de amor
y no te sirve de consuelo
pero te diré que a mí también me pasó lo mismo.

Circunloquio


Circunloquio

Lo siento,
escogí mentirte y ocultar la verdad,
pero no te consiento reprochármelo
era mi mundo el que se estaba derrumbando.

Lo siento,
te diste la vuelta
fue mi culpa, ya lo sé,
pero he decidido que,
aunque no tenga motivos,
yo tampoco te perdono
el no haber podido enamorarme.

Lo siento,
se acabó el pasado
del que creíamos que algo quedaba,
seguimos hacia delante,
encontramos el precipicio
y yo decido tirarme
sin importarme
si me esperarás en la cima.

Lo siento,
mi corazón es hielo
y mi culpa un pájaro
que decidió volar del nido
abandonando a sus crías
aún sabiendo que iban a morir.

Circunloquio


Circunloquio

Y me siento un idiota disculpándome,
explicando una y otra vez
que yo no era yo, sólo ansiedad
y que los maníacos depresivos
nunca tenemos descanso.

Y me agarro a una botella de alcohol barato,
con tantos grados que cada trago
hace cocer mis órganos,
decidido a autodestruirme
porque quiero, porque la decisión es mía
y no de la gente que me quiere.

¿Por qué debería pensar en ellos?
Solo estaba cuando sufría
sin saber por qué
en un Madrid abandonado
desde un balcón
que miraba al cementerio,
nadie estaba conmigo
y ahora nadie me hace falta.

Y me voy durmiendo,
poco a poco, gota a gota,
despreciando este poema,
castigándole al eterno retorno,
dejándolo sin final,
como a todos los demás,
porque mañana ya no seré yo
y hoy me es imposible saber
cómo acabará el cuento.

Circunloquio


Praga (cementerio judío)


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Poesía, verso libre


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Poesía, Verso libre Madrid, Praga, Rosalía

El Sol invisible

2
2023-04-06

El Sol invisible

“Logré comprender igualmente la importancia del terror físico para con el individuo y las masas”
Adolf Hitler

El Sol invisible

Vuelve la guerra a nuestro mundo. Resucitan los ya olvidados caballeros negros, su estela nuclear que marchita todo lo que hay a su alrededor, los misiles que destruyen las ciudades y los bosques, dejan cadáveres en las lagunas, bajo los cimientos de los edificios, colgados de los árboles, pudriéndose en fosas abarrotadas o todavía vivos, con esa mirada roja que jamás abandonaran sus ojos.

Los perros de la guerra, con colmillos afilados. Les hicieron probar la carne humana y ahora no quieren comer otra cosa. Huelen tu miedo. Y sea cual sea el agujero que hayas escogido para esconderte, yo te digo, que no será los suficientemente secreto ni lo suficientemente profundo.

El Sol invisible


El sol invisible

Las ruinas revelan los recuerdos que ya no volverán. El sexo torna violación, las risas a tu alrededor, una pesadilla. Y no te servirá de nada cerrar los ojos, eso no va a protegerte. No vas a conseguir convertirte en invisible para esos soldados sedientos de sangre. No dejarás de escuchar los gritos de dolor ni conseguirás permanecer ajeno a todas esas aberraciones que te rodean: niñas violadas delante de sus padres, padres que arden en la hoguera sabiendo, ahora sí, que no podrán dejar a su paso un mundo mejor.

Debes abrir los ojos. Rápido. Corre. Hasta no poder sentir las piernas. Llega más allá del final de la noche. Encuentra el cadáver de algún soldado. Quítale la máscara. Ahora te das cuenta de él eres tú, porque también está asustado y su cuerpo sólo delataba su miedo. El mismo que ahora te rodea, al coger su arma. Te das cuenta de que es tan fácil de manejar que podría hacerlo hasta un niño. Miras arriba y ves el cielo cubierto de humo oscuro, tanto que no sabes si es de día o es de noche.

Un día aprendiste a amar al Sol, ahora tendrás que aprender a defenderlo.

El Sol invisible



Poesía, Prosa Poética


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El Sol invisible

Poesía, Prosa poética Adolf Hitler, SVPER

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