Eutanasia
Delirios de luna llena
Esta madrugada una presencia me despertó,
alguien que me observaba mientras dormía
desde la otra esquina de la habitación,
una sombra, pero supe que eras tú
aunque mi mente me dijera que era imposible
porque llevabas cuatro años muerta.
Tortura
Cada mes que pasé a tu lado fue una tortura
y, cada día sin ti, un infierno.
Zombi
Me dijeron que te transportaba a las puertas del cielo
y aquel veneno se introdujo en mi carne
reproduciéndose rápidamente en mi interior.
Pronto alimentarlo se convirtió en LA NECESIDAD ,
mi único anhelo, dejarme llevar
alimento de mis delirios,
dulce sabor de la eutanasia.
Mil millones de veces supe que me destruía
y cada noche en la calle pensaba que sería la última.
Mil millones de veces dejaste de importarme
tú, y todos aquellos que acabaron simulando que yo les importaba.
Tal es mi degradación,
que ahora soy huesos y arterias marcadas en mi piel.
He dejado de tener sombra.
Me como mi orgullo
y lo vomito cada noche.
Veía cada día como era la muerte,
deseaba tanto poseerla.
Ése era mi delirio,
mi única necesidad,
convertirme en un zombi
necesitado de alimento.
Y, cada noche,
dormir en la calle.
Sentir el calor
que producen más de cincuenta grados de alcohol.
Y, al día siguiente,
volver a alimentar a la perca.

Reflejos
En tantas noches de vívidos recuerdos
me reflejaba en un espejo roto,
partido en mil pedazos.
Nunca conseguí recomponerme
porque nunca supe,
de entre todos aquellos reflejos,
cuál era yo.
En el final
Al principio,
te di mi palabra de que siempre estaríamos juntos
Y en el final,
te di mi palabra de que volvería a buscarte.
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Y cuando la luna llena se convierte en cuarto creciente, dejas de imaginarme desnudo en tu cama y yo dejo de hacerte el amor, convirtiéndome en un viejo recuerdo condenado al olvido.