Suplicad, arrepentíos,
esconded vuestros más
puros deseos, detestadlos
avergonzaos, seguid
esta ley, la única,
podéis llamarla mía.
Vestíos, sentid
vergüenza de vuestros
cuerpos, Separad
lo público y lo privado,
no os mostréis
nunca tal como sois,
escondeos, detestad
el olor de vuestros
iguales, reprimid
vuestros instintos
masturbaos en silencio,
que no os escuche nadie,
que nadie sienta la
única presencia de vuestros
instintos insatisfechos.
Prometed obediencia
ciega, pelead en mi
nombre, ahondad en
vuestras diferencias
y, sin rubor, confundid
sinceridad con
violencia, seriedad
con castigo, respeto
con temor, temedme.
Discutid menudencias
pero nunca neguéis
mi ley, es la única
que puede dar sentido
a vuestras vidas
insignificantes.

Entradas sugeridas:
[mailpoet_form id="2"]