Anhelo de imperfección
Beso tu boca quieta
sin atreverme a preguntar
qué es lo que escondes tras tu mirada
o cuan grande es el abandono
que sientes bajo tu sonrisa fingida.
Sé que te gustaría recorrer mis pensamientos,
convertirte en exploradora de ese terreno desconocido
y, sin embargo, tan vasto que te haría perder la cabeza.
A veces tengo la sensación de que mi dolor te duele a ti más que a mí.
Yo lo escondo, en un mundo inventado que ya no existe.
Y sólo siento tu dolor constante.
Y no sé si quiero que escapes o escapar.
Pero no puedo; nos une una leyenda:
aquella del hilo rojo
que nos ha unido incluso desde antes de nacer.
Y, aún así, sé que si aquello que nos ata llegara a quebrarse,
yo seguiría fingiendo que sigo atado a ti.
Porque con mis secretos cercanos al suicidio
y mi melodía incompleta,
sólo a ti me entrego.
Es como una pieza de Jazz,
donde todos los elementos parecen moverse sin control
y, sin embargo, hay un ritmo latente,
que se rige por los latidos de nuestros corazones.
No lo dudes: Soy tormenta, caos,
contradicción, adicciones y oscuridad.
Vivo en un mundo paralelo
regido por las reglas nacidas de la destrucción.
Y tú, el Big Bang, que lo remueve todo y le otorga un sentido,
el animal que lame mis heridas cuando no puedo caminar,
los abrazos que calman mi dolor constante
y los besos que saben a chocolate.
Un camino a la perfección,
un anhelo de imperfección constante pero dulce
como un narcótico que, de repente, falla en sus efectos
y me saca del sueño para recordar
que lo que tenemos aquí es lo único realmente importante.
Y es entonces cuando pienso en mandar a la mierda
a toda esta literatura enganchada a la soledad,
la desesperación y el narcótico sabor de la eutanasia.
Y te leo como el libro lleno de páginas subrayadas,
De frases magníficas que nunca me canso de leer.
Y se detiene la tormenta, llega el verano,
y tus sombras iluminan las mías.
Te necesito tanto como necesito tu boca moviéndose
con la mía en pasos de baile perfectamente coordinados.
Te necesito tanto, tanto, como para pasarme la eternidad
obsesionado con los secretos que esconde tu mirada.

Entradas sugeridas:
Desaparecer entre la irrelevancia
Ébano, la hipérbole de mi oscuridad