Cenizas
Convertimos la noche en un incendio,
redujimos a cenizas el mundo a nuestro alrededor,
y, al amanecer, no quedaba nada más,
sólo nuestros cuerpos, que seguían ardiendo.

Soñé una vida aquí sentado.
Recuerdos gaseosos,
novelas mutiladas
y canciones que nunca compuse.
Soñé, dibujadas en el humo,
todas esas oportunidades
que no pude aprovechar.
Y ahora se pierden entre mis dedos.
Soñé los versos
Que nunca escribí,
lugares que no visité
y personas que no conocí.
Soñé que soñaste una vida para los dos.
Soñé, soñaba, soñaré
que nunca soñarás conmigo.
Y me atuso el cabello,
del que caen pequeños filamentos blanquecinos
hasta posarse
y tornar indistinguibles de este traje color ceniza
en que se ha convertido mi piel anhelante de vida
Vida que perdí soñando
hasta dividir mi cuerpo en diminutas partículas,
ceniza en los rincones
ansiando en silencio
que, por fin, llegue el día
en que pueda escapar con el viento.
