Manto protector
Mamá,
acompáñame,
no me dejes sola,
el pasillo es tan largo,
tan oscuro el camino
a mi habitación.
No puedo hacerlo sola.
Mamá, por favor,
las sombras ocultan monstruos,
algunos imaginados,
otros no.
Todos quieren comerse mi carne tierna,
esa que esconde
el dinosaurio de mi pecho.
Me ha prometido
que no dejará que nada atraviese
la suavidad de mi piel.
Pero sé que los monstruos
tienen uñas y dientes afilados,
muchos ojos que miran con maldad.
Sé que te sonríen
antes de morderte
y que estarán ahí,
acechando toda la noche
hasta que el sueño me proteja.
Mamá, duerme conmigo,
quédate conmigo
hasta que amanezca.
Hasta que la luz
derrita sus cuerpos peludos
y desfigure
todavía más
sus horribles rostros.
Sólo quiero que ardan
sólo quiero a mamá
y que vigiles mis sueños.
Mamá, acompáñame,
o mejor,
llévame contigo a tu cama.
Deja que en la oscuridad
pueda sentir el calor
que desprende tu cuerpo.
Que con solo alargar las manitas
pueda tocar tu precioso rostro.
Y sentir tu manto protector
cuando sus ojos brillen en la oscuridad.
