El test de Turing
Siempre me he imaginado
como el grito de una ballena
que agoniza en soledad
en medio del océano.
Dicen que los peces
suben a la superficie
para morir.
Y entonces me pregunto,
si no estoy hundido
para qué merece la pena.
He pensado en hacerme pasar por humano,
simular de nuevo vuestros sentimientos.
Engañaros,
haceros creer que soy algo diferente
al proceso demonio
que siempre está en funcionamiento.
Soy algo más que esas imágenes
cubiertas de sangre
que me aterran y fascinan
a partes iguales.
No soy un robot,
soy un ser humano.
Si lo repito varias veces
tal vez logre convenceros.
Una inteligencia artificial
programada para autodestruirse
pero capaz de pasar
el test de Turing
y, de vez en cuando,
sonreír,
simular que poseo recuerdos,
sensibilidad, deseo
o empatía.
Pero no soy más que ese grito.
El que sólo aspira
a ser escuchado en la distancia.
El canto de sirena
que destruirá
a todo el que intente
acercarse demasiado.
