No despiertes a los monstruos
Y en mis noches desnudas
me consumo,
como el cigarrillo entre mis dedos,
y recurro al alcohol
para apagarme.
Pero nunca es suficiente,
fuego conjuga con fuego
y no me deja dormir,
y, en mis noches más oscuras,
me confundo con mis pesadillas.
En ellas soy el niño
que se tapa entero con la manta
y repite, una y otra vez:
no despiertes a los monstruos,
con tu silencio,
y tampoco con tu llanto.
No te muevas,
no respires
porque no tardarán volver a buscarte.
Tuve fiebre durante una semana,
intenté comer pero me desmayé,
después me llevaron a casa a morir
pero me empeñé en quedarme.
En mis sueños imaginé
que nunca me había encontrado con mi enemigo.
Aquella tarde nunca sucedió
y jamás fui portador de toda aquella suciedad.
Porque no deseaba morirme
sólo parar el tiempo
y despertar en otra vida
donde yo fuera el protagonista
y no sólo aquello que pasó.
Y en todas las malditas noches
te recuerdo sin saber quién eres.
Y todas las madrugadas
que paso despierto
en una diarrea de sentimientos.
Eso es con lo que tú te masturbas.
Y todas las mañanas
me levanto destrozado,
con dolor de cabeza,
sin ganas, perdido, derrotado,
sólo deseando algún día volver a dormir
tantas horas que me debes
todas de un tirón.
Y quisiera maldecirte,
volar hacia ti
y en un momento supremo
darte el toque de gracia.
Dormiré otra vez
y soñaré que te estoy matando
aunque tú ya estés muerto.
Porque necesito matarte para curarme.
Sé que captas la ironía.
Es por ti que cuando veo una luz
me empeño en fabricar oscuridad.
Por ti,
por un recuerdo
que me acompañará
toda mi puta vida.
Haga lo que haga,
aunque lo racionalice
de cien mil maneras.
Toda la puta vida.
Superando,
tratando de despertar al monstruo,
poder salvar a tantos niños mancillados.
Sólo para encontrar un lugar dentro de mí
donde poder esconderme.
Un lugar donde poder descansar.
