Skip to content

Las vidas alternas

Los que no vivieron

  • Newsletter
  • Contacto
Las vidas alternas

Mes: noviembre 2018

Desenfocadas (Muerte dulce en la literatura)

2018-11-30

Desenfocadas (Breve historia en la literatura)

Llegaste en un instante.
Desaparecí sin pretenderlo.
Soñé con tu rostro.
Te hice una foto pero no se distingue.
Es sólo una mancha negra
entre los rayos del sol.
Decidí dejarte y decidiste que te dejara.
Podrías haberme obligado a quedarme
pero me dejaste marchar.
Sólo porque no tenía sentido que lo hiciera
si no salía de mí.

Bebí una pequeña dosis de tu veneno
y, ahora, tengo órganos que ya nunca
funcionarán correctamente.
Grité,
me até con cadenas a tus piernas.
Te zafaste con facilidad.
“Buenas noches.
Que descanses.
Nunca volveremos a vernos”.
Y entonces me inundó una mezcolanza se sensualidad,
dulzura
y tristeza.

Desconozco
de tu descripción
si se puede ser a la vez
sensible e inteligente.
Si puedo ser algo más
que un bloque de hielo apasionado
o un mártir
siempre devorado por la culpa.
Desconozco tantas cosas.
¿Cuántas vidas alternas
pueden mantenerse simultáneamente?
¿Cuántos mundos he de destruir?

Me desperté esta noche
con el dedo bien sujeto
a su mano diminuta.
Supe entonces que no había espacio para nada más.
Para ninguna de esas vidas
que, sin embargo,
se resisten a desaparecer.
¿En cuál de ellas podré sentir que existo realmente?
¿Estoy vivo o sólo soy fruto de tu imaginación?
Si lo soy devuélveme mi existencia.

Puede que sólo seamos varias personas
viviendo una sola vida.
Ahí está el problema y la solución.
Porque nadie podrá violentar
mi pequeño mundo.
Nada,
ni la muerte dulce,
podrá obligarme a desaparecer.

Podrás leer un libro con todas mis historias.
Podrás imaginarme,
vestido,
desnudo,
como más te satisfaga
o como menos ridículo te parezca.
Pero llegará un día
en que no pueda salir de esas páginas
y estará bien
porque sólo allí seré feliz.
No me afectará el frío,
el calor o la muerte.
No trataré de leer tus pensamientos
en busca de errores
cuando no importen otras letras que las mías.

desenfocadas

Luces Culpabilidad, Destructor de mundos, Paternidad, Recuerdos, Reflejos

Estímulos

2018-11-28

Estímulos

Nos preguntamos si éste es el mundo que deseamos para nuestros hijos cuando ni siquiera es el que deseamos para nosotros. Nos cuesta reconocer que no tenemos control alguno sobre la realidad; las cosas pasan y nosotros intentamos adaptarnos. Ayer paseaba con mi hija por El Corte Inglés y, de repente caí en la cuenta o, mejor dicho, me caí del guindo. Pretendiendo pasar un rato en familia y hacer un par de compras en el supermercado la estábamos sometiendo a una miríada de estímulos de los que le era imposible escapar. No es extraño que pidan cosas sin control. Lo que sería realmente extraño es que no lo hicieran.

Mientras, nosotros tratamos de educarles. Enseñarles que no se puede tener todo lo que se desea. Sin darnos cuenta de que caemos en la misma trampa. No queremos que tengan un móvil. Pero nosotros sí que lo tenemos, y a través de él podemos acceder con facilidad a un amplio abanico de compulsiones consumistas y adicciones. Ignoramos el valor del dinero porque ni siquiera lo vemos y porque siempre hay alguien dispuesto a prestarnos más, prestamos a tipos de interés abusivos que aceptamos porque no hay nada peor que encontrar la fuerza de voluntad necesaria para ignorar todos esos estímulos.

Puede que Carlos Sobera haya tenido que aceptar hacer tantos anuncios de microcréditos y casas de apuesta online por un problema de ludopatía. Y tenga tantas deudas que no haya podido hacer otra cosa que ponerse en manos de los usureros. El círculo se cierra mientras ve como su imagen pública se hunde en el fango. O, puede, y es lo más probable, que ni siquiera le importe, que considere que sólo interpreta un papel, que carece de cualquier tipo de responsabilidad. Porque él es sólo un estímulo, otro más, lo mismo que nosotros, cuando nos exponemos en las redes sociales a cambio de likes.

Probablemente llegue el momento aterrador en que mi hija me diga que quiere ser un producto. No con esas palabras, claro, pero querrá ser famosa ante un grupo reducido de personas. Podemos serlo para nuestros seguidores, e incluso usarla, poner fotos de ella tan mona a sus tres añitos para obtener más me gustas. Mientras no tan oscuras compañías analizan cada uno de nuestros movimientos para recoger nuestros datos y convertirlos en publicidad a medida que recibiremos en nuestro móvil, nuestro correo electrónico, que aparecerán en nuestras páginas favoritas para permitirnos comprar unos pantalones sin ni siquiera salir de casa.

No importa el motivo por el que quieras ser famoso. Al sistema le es indiferente incluso si tu objetivo es derrocarlo. Que uses sus medios para hacerlo es ineficaz. Querrás tener más seguidores, más respuestas, más mensajes privados. En definitiva, más datos que almacenar y manejar. La guerra de lo políticamente correcto, el intento de definir qué es la izquierda es sólo música de fondo. Avanzamos tan rápido que es imposible realizar una teoría útil para el objetivo de la liberación humana. Porque un mundo que no podemos definir es un mundo que no podemos transformar.

estímulos

Manifiesto Carlos sobera, Facebook, Instagram, neoliberalismo, Twitter

Ébano

2018-11-27

Ébano

Era jueves por la tarde, las seis y ya de noche. Había llovido y las luces de neón se reflejaban en los charcos de la ciudad. Tenía la espalda destrozada después de más de nueve horas picando código en una vieja silla de una oficina del centro de la ciudad donde convivían ambos mundos: Las tiendas de varias plantas con los salones recreativos, los restaurantes de lujo con los supermercados veinticuatro horas, las prostitutas con las mujeres elegantemente vestidas que acudían a ver un musical, los locales de moda con los puestos de masaje oriental y los ladrones a punta de navaja con los de guante blanco.

Caminaba sin prisa, disfrutando de las delicadas gotas de lluvia, observando todo lo que había a mi alrededor. Ya nadie me esperaba en casa y después tampoco esperaba ninguna visita. Como mucho la del repartidos de pizza. Respiraba tranquilidad, hasta que me encontró. Estaba dentro de una cafetería, mirándome desde el cristal. Había en su rostro dibujada una sonrisa maliciosa que sólo yo podía adivinar, puesto que cualquier otro no hubiera visto allí reflejada más que una mancha, color ébano y parecida a una figura humana.

Era el demonio que me llevaba buscando tanto tiempo y por fin me había encontrado. Decidí acelerar el paso, no mirar atrás. Utilizaba la vieja táctica de ignorar a alguien para conseguir que dejara de existir. Pero daba igual, sabía que estaba ahí, siguiendo mis pasos y que no podría librarme de él. Sus reflejos podían estar en cualquier parte. Sentía cada vez más intenso el dolor en mi espalda y en las rodillas al subir y bajar escalones. Él se limitaba a observarme desde la distancia, sabiendo que no podría hacer nada por despistarlo, que en uno u otro momento sería suyo. Puede que esta vez para siempre.

No obstante, todavía quedaba una esperanza: no debía volver a mirarle a los ojos, por mucho que la idea me sedujese; debía llegar a casa, meterme rápido en la cama y taparme con la manta hasta la cabeza. Así me volvería incocable para él.

Pero me traicionaron mis debilidades. El cansancio que me hizo entrar en el ascensor en vez de subir por las escaleras. Me di cuenta nada más abrir la puerta del ascensor: Había un espejo y, en él, unos ojos que me miraban. Tenía una sonrisa tan maligna y seductora que no pude hacer otra cosa que dejarme llevar. Se me iluminaron los ojos y por fin me sentí libre. Todos los dolores que sentía un minuto atrás se habían desvanecido. En mi mente, tuve claro por fin lo que había que hacer: Dejar que entrara dentro de mí poco a poco. Sentir como tomaban el control mis deseos más ocultos. Eliminar la palabra miedo de mi vocabulario.

Relato Destructor de entrañas, Reflejos

Abandonados

2018-11-27

Abandonados

Se fue la electricidad
y la calefacción ha dejado de funcionar,
como todo lo demás.

Apenas quedan un par de cristales en pie.
Cuanto más tiempo permanecemos aquí
más abandonado parece.

Nuestra piel sucia
se mezcla con las paredes.
El frío exterior
nos llega a los huesos.
He pensado en hacerte
un abrigo con mi piel.
Pero no es lo que necesitas.
Sólo una dosis más
serviría para calentarnos.
Para soñar de nuevo.

El teléfono no suena
por lo visto, se cansaron de llamar.
Debió agotarles mi indolencia,
o mi sufrimiento constante,
la necesidad de escapar.
Vivir una vida en la que no había lugar para ellos.

Y, por más que nos abracemos,
eso no es suficiente.
No para entrar en calor.
Ni calmar nuestra sed.
Abandonados a esa necesidad,
mayor que nuestra existencia.
Prendados de ese algo más,
que por una vez
podemos indicar perfectamente.

abandonados

Relato, Sombras Adicciones, Carácter Destructivo

Suciedad

2018-11-26

Suciedad

Entramos juntos en aquella habitación
y me traspasaste toda tu suciedad.
Han pasado treinta años
y todavía sigo intentando limpiarme,
pero la carne es débil
y a veces no tengo otra opción:
revolcarme en el fango,
ensuciarme un poco más
porque nadie me enseñó a vivir de otra manera.

Si supieras el daño que has causado,
tal vez ni siquiera te importase.
Y sé que es ridículo pedir explicaciones a un cadáver
pero necesito que me des un motivo
para poder pensar que soy algo más
que aquello que decidiste despreciar.

Me dijiste que debíamos ser buenos amigos
y que los buenos amigos se hacen favores.
Y te dejé hacer todos los que quisiste
sin parar a pensarlo,
paralizada por el miedo
con tus manos en mi cuello,
mi cuerpo semidesnudo
y mi espalda contra una pared helada.

Te hizo gracia que me sangrara la nariz
después de golpearme.
Creo que, después de eso,
nunca volví a ser capaz de respirar
y es por eso que a veces me ahogo sin motivo,
que todas mis articulaciones se bloquean
y me quedo parada
recordando tu voz decirme:
quieta,
estáte quieta
o será peor.

No puedo imaginarme que fuera peor de lo que fue.
Ni creo que sepas todas los actos oscuros que tuve que interpretar.
¿Intentaba salir de aquella habitación
o, por el contrario, permanecer en ella para siempre?
Porque el miedo que te tuve fue minúsculo
en comparación con el que me provoca salir,
pensar
que alguien pueda ver las marcas
al cortar mi cuerpo,
que alguien pueda olerte en todos y cada uno
de mis orificios.

Y, entonces, me vuelvo a quedar en la habitación,
donde ya no hay nadie, sólo tú.
Y sólo puedo decirte
que ya no te tengo miedo.
Me da igual si vuelves a entrar,
conozco el daño que provocas
y mil maneras de matarte.

No te tengo miedo.
No tanto como el que me tengo a mí misma.
A todas las barbaridades
que tuve que hacer para olvidarte.

suciedad

Sombras Despersonalización, Destructor de entrañas, Pesadillas

Navegación de entradas

1 2 3 Next

Suscríbete a nuestro Boletín

Si te ha gustado el artículo suscríbete a nuestra Newsletter para recibir actualizaciones semanales de nuestros contenidos.
Privacidad *
Privacidad

Revisa tu bandeja de entrada o la carpeta de spam para confirmar tu suscripción.

Etiquetas

Adicciones (24) Adopción (6) Ahora: El fin del mundo (8) Albert Rivera (4) Amor (29) Angelus Novus (6) Barricada (3) Bárbara Ayuso (3) Carácter Destructivo (37) Cirujano Patafísico (4) Crítica (3) Culpabilidad (25) Desamor (41) Desilusión (6) Despersonalización (11) Destructor de entrañas (20) Destructor de mundos (20) Dolor (16) Ernesto Bánegas (10) Extremoduro (3) Felicidad (15) Feminismo (5) Fragmento libre (11) Hefner (3) Heroína (5) Iglesia Católica (5) Klee (7) M. Rajoy (4) Melancolía (3) Mis viajes al fin de la noche (15) Nacho Vegas (9) Onanismo (5) Paternidad (21) Paul Klee (5) Pensamiento críptico (6) Pesadillas (13) Plagiarismo (15) Recuerdos (43) Reflejos (37) Sangre (25) Siete canciones (7) Sufjan Stevens (3) Trastorno Obsesivo Compulsivo (12) Twitter (6) Verso libre (6)

Categorías

  • Actualidad (3)
  • Cine (13)
    • Crítica (1)
  • Citas (1)
  • Editorial (2)
  • La canción del día (7)
  • Los que no vivieron (10)
  • Luces (77)
  • Manifiesto (17)
  • Noclasificables (18)
  • Poesía (41)
    • Prosa poética (12)
      • Cuadernos de viaje lunar (9)
    • Verso libre (8)
  • Relato (34)
  • Sombras (88)
  • Televisión (3)
  • Uncategorized (7)

Archivos

  • enero 2023 (5)
  • diciembre 2022 (3)
  • septiembre 2022 (1)
  • junio 2022 (3)
  • mayo 2022 (5)
  • abril 2022 (1)
  • agosto 2021 (2)
  • marzo 2021 (14)
  • diciembre 2020 (1)
  • octubre 2020 (2)
  • septiembre 2020 (1)
  • agosto 2020 (4)
  • julio 2020 (2)
  • junio 2020 (6)
  • mayo 2020 (1)
  • marzo 2020 (2)
  • febrero 2020 (6)
  • diciembre 2019 (2)
  • noviembre 2019 (3)
  • octubre 2019 (6)
  • julio 2019 (1)
  • junio 2019 (14)
  • mayo 2019 (3)
  • abril 2019 (7)
  • marzo 2019 (16)
  • febrero 2019 (7)
  • enero 2019 (13)
  • diciembre 2018 (14)
  • noviembre 2018 (11)
  • octubre 2018 (9)
  • septiembre 2018 (8)
  • agosto 2018 (18)
  • julio 2018 (8)
  • junio 2018 (10)
  • mayo 2018 (29)
  • abril 2018 (17)
  • marzo 2018 (11)
  • febrero 2018 (3)

“Lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer. En el interín surgen infinidad de síntomas mórbidos”

Antonio Gramsci

Recomendamos

  • Poémame
  • Y ahora se pone a llover...
  • El verdadero Blog del verdadero Jokin
  • Pailoco

Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

2018 - Senén Rubio Zubiaga

Idealist by NewMediaThemes

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies

Suscríbete

Si te ha gustado el artículo suscríbete a nuestra Newsletter para recibir actualizaciones semanales de nuestros contenidos.
Privacidad *
Privacidad

Revisa tu bandeja de entrada o la carpeta de spam para confirmar tu suscripción.