Resumen de nuestras primeras citas
Las mismas palabras se repiten en mi mente una y otra vez:
has llegado para iluminar mi cielo gris,
desposeyéndome del transeúnte que caminaba entre gente ya olvidada.
Pienso a veces que alguna mañana desaparecerás,
como el sueño anhelado que eres.
Si lo hicieras, no podría olvidarte.
No sé cuáles son tus miedos,
sólo sé que, de repente, te has convertido en parte de nosotros
y que entre los tres podremos vencerlos a todos.
De eso estoy seguro.
Y veo, después de la tormenta, esta noche el mundo en calma.
Y espero mañana, a que la tormenta vuelva a empezar.
Con el desayuno, en los columpios del parque,
los chichones que se reproducen, las zapatillas que caen de los pies,
los pasos que corren constantemente por el pasillo,
tu sonrisa seductora, tu risa explotando, tus gritos perfectos,
ese menú que vuelve loca a tu madre
y esa madre loca que me vuelve loco a mí,
los saltos en la cama, el juego del escondite,
pepona, el bebé, Rudi, la chupa, la lámpara del padrino,
el abuelo Antón, los chupa chups de la abuela,
tu simpatía, tu espontaneidad,
todo lo que te hace tan especial,
tu valor, tu nunca pensar en las consecuencias,
los besos, las caricias y los golpes juguetones.
Estos tiempos tan felices que, desde ahora, siempre permanecerán.