“No son solo 5 violadores los que andan sueltos.
Estamos rodeadas de ellos.
Están en casa, en las aulas,
sentados en el autobús,
en las cenas de empresa,
recitando poemas sobre una tarima.
Están en todos los putos sitios.
Por favor, salid todas a las calles”.
Paula Bonet
Sólo se puede decir una cosa respecto a lo que ha escrito Paula: Bravo. Son palabras para enmarcar, colgar en alguna habitación en la que entremos a menudo y recordar siempre.
Son las palabras que tanto ofenden a heterolloricas reaccionarios, porque, como dice Irantzu Varela: “Del mismo modo que nosotras sentimos enfado cuando se nos despierta la conciencia feminista al darnos cuenta de que somos sujetos de opresión, entender que eres tú el sujeto opresor de las personas que tienes alrededor te enfada”. Y a partir de ahí tienes dos maneras de enfrentarte a ello: aceptarlo o adoptar la estrategia de la negación.
Los heterolloricas, claro, prefieren la negación, recoger alguna anécdota y convertirla en verdad universal, decir: “Las mujeres no quieren la igualdad, quieren ser superiores a los hombres” y llenarlo todo con el miedo a las denuncias falsas. Negarse a oler los excrementos. Culpar de todo a la supuesta dictadura de lo políticamente correcto, lo que lleva a una chica a follarse a cinco cerdos en un portal y después denunciar supongo que solamente para lavar su imagen.
Negarse a ver la violencia estructural que subyace a esa situación, leer la sentencia buscando cualquier vía de escape para los acusados, “no dijo que no, en el vídeo no está claro que no disfrutara”, no es sólo de idiotas, también de miserables y se esconde aquí una verdad terrible, una que yo no puedo explicar mejor que ellas: “Porque cuando los hombres dejan de matarse entre ellos lo llamamos paz. El hecho de que nos maten, nos violen, nos torturen y de que las mujeres vivamos sistemáticamente con miedo forma parte del funcionamiento normal de una democracia en paz. Suelo decir que las sociedades tienen la violencia que toleran”.
Y hay muchos sectores de nuestra sociedad que dirán que, por estar escribiendo estas palabras nos hemos pasado al enemigo, pero no somos nosotros, son ellos. Los que nos degradan y convierten el mundo en un lugar mucho más tóxico, culpando a la víctima para obtener su propia victimización porque, pobres, no pueden salir a la calle por miedo a que alguna mujer se deje llevar por su atractivo animal y después les denuncie arrepentida.
No es violación, es una denuncia falsa. Pero si lo fuera, probablemente se trate de que no has tomado las medidas necesarias para que no te violen. Y si se trata de un niño o una niña, habrá quien defienda también a la iglesia católica y diga que esas criaturas son muy seductoras, que el celibato es antinatural e incluso que los hombres no tenemos la culpa, porque somos animales y no sabemos controlar nuestros instintos. Y es que ella le dejó llegar muy lejos y quiso dar marcha atrás cuando ya era demasiado tarde, es imposible que pudiera controlarse.
Y leo cosas así de personas que suponía mínimamente inteligentes. Y hace poco hemos sentido orgullo de un amigo que, encontrando a alguien así, decidió que no necesitaba ese tipo de toxicidad en su vida y cortó la relación. Porque el respeto está muy bien, pero abogamos también por la tolerancia cero. A estructuras e ideologías basadas en la dominación de una parte de la población por otra. A palabras que no sólo hacen un daño moral sino que justifican y alientan violaciones y asesinatos. A palabras que os convierten también en culpables, colaboracionistas necesarios para justificar y perpetuar esta espiral de violencia.
Porque no quieren reconocer que no buscaron el vídeo en páginas porno para cotejarlo con la sentencia sino porque les excitaba. Igual que les excitan todos esos vídeos de casting en la sus machotes de referencia violan, humillan y degradan a esas guarrillas que tanto necesitaban que alguien les pusiera en su sitio. Porque la verdad de los heterolloricas es que en el fondo ni siquiera saben relacionarse. No son capaces de hablar con una mujer de igual a igual porque eso les intimida.
Porque toda relación humana conlleva una responsabilidad. Debemos ser lo bastante fuertes para reconocer el daño causado, sin excusas, y dirigir nuestros esfuerzos a construir una sociedad más igualitaria y lo bastante generosos para encontrar caminos hacia la felicidad común, y no frustrarnos cuando no funcionan las soluciones fáciles e ideologías de mercadillo.
A nadie en su sano juicio pueden convencerle determinados argumentos. Por eso, dejad el orgullo a un lado, asumid la realidad, salid también todos a la calle porque ellas lo harán y atreveos simplemente a escuchar, entenderlas y entender el miedo y la discriminación que han sufrido sólo por haber nacido mujeres.
Atreveos a ser valientes, recuperad el orgullo y la dignidad de la que vuestras excusas constantes os han desposeído.
Creced de una puta vez.
